Profesor de Pedagogía de la Complutense, acaba de publicar «El discurso educativo»

Oviedo, Eduardo GARCÍA

-¿Tiene alguna teoría sobre el patético fracaso escolar en España?

-Las causas son múltiples, pero sobre todo porque la escuela ha perdido credibilidad, y los menores, aunque sea de forma inconsciente, participan en esa actitud.

-¿Los padres son los mayores responsables del desastre?

-Los padres, los profesores, los alumnos que en muchos casos son auténticos holgazanes, y los políticos que legislan asuntos de educación. Es lamentable que no se haya conseguido en este país un pacto por la educación, algo que es una exigencia irrenunciable.

Valentín Martínez-Otero Pérez es psicólogo y pedagogo, y autor del libro «El discurso educativo» (Editorial CCS), de reciente publicación, donde aborda algunos de los perfiles más usuales del profesorado, un sector en crisis. Ovetense, nacido en 1964, Valentín Martínez-Otero es doctor en Psicología por la Universidad Complutense, y en Pedagogía por la UNED, y algunas de sus obras se han convertido en libros de referencia de la teoría sobre educación («Teoría y práctica de la educación», «Los adolescentes ante los estudios» o «La inteligencia afectiva»). Es profesor de Pedagogía de la Universidad Complutense, en Madrid.

-¿Por qué tanto profesor quemado?

-Estamos en tiempos de cambios rápidos y de profunda tecnificación. Entre los cambios hay que mencionar los legislativos que generan auténtico desconcierto en el sector. Los profesores se enfrentan a intereses que no son siempre educativos, que tienen mucho que ver con la ideología, y como telón de fondo hay más brecha comunicativa entre la escuela y la familia.

-¿Las familias han dejado de ser aliadas del profesor? Es al menos una de las denuncias eternas del sector docente.

-En muchos casos, sí. Es obvio que muchos padres delegan en la escuela. Yo creo que el significativo número de profesores desalentados, convencidos de que han perdido consideración social y presos del llamado malestar docente, cuando no estresados o deprimidos, responde al convencimiento profundo de que cada vez son menos tenidos en cuenta. Convencidos de que pierden autoridad.

-¿La autoridad está en crisis?

-La autoridad es fundamental. Es necesaria una disciplina para el desarrollo familiar y social a partir de normas razonadas y razonables. Pero el gran problema es que el profesor ha dejado de ser una referencia básica para los alumnos, que son pertenecientes a una generación muy visual. Hay más intolerancia ante la figura del profesor y a la vez más confianza en personajes reales o virtuales que les llegan procedentes de ámbitos como la televisión, internet o los videojuegos.

-Así que el profesor colega, como el padre colega, es una figura a la baja.

-Aún se mantiene pero está en claro retroceso, sí. Es un modelo contraproducente porque el profesor colega renuncia a su verdadera labor educativa. Los alumnos tienden a malinterpretar ese perfil. Hay que ser cordial y amistoso, pero el profesor no puede ser colega de nadie dentro del aula.

-¿Hasta qué punto los cambios tan rápidos de esta sociedad nuestra están desbordando al profesorado?

-Los cambios más sustanciales los centro en dos aspectos. Por un lado, la tecnificación, que trae consigo un uso inadecuado y abusivo de la videoconsola o las redes sociales en internet. Por otro lado, el multiculturalismo en las escuelas, que no siempre se sabe canalizar de la mejor manera posible. Tiene que haber una política educativa que invierta en este proceso.

-¿No la hay?

-La hay, pero se necesitan más recursos y más personas. No hay inversión suficiente.

-Sin mencionar la crisis general de valores.

-Afecta a la escuela y también a la universidad. La escuela tiene que ser un espacio de convivencia, y lo que estamos viviendo ahora es un retroceso en el plano convivencial. Y no sólo eso, también vamos para atrás en el aspecto instructivo.

-En su libro habla de distintos perfiles de profesorado desde una posición muy crítica.

-Son caricaturas negativas que conviven con el auténtico profesor educador, que también los hay y muchos.

-El profesor presentador, es una de esas caricaturas.

-Muy frecuente. Sólo le interesa tener entretenidos a los alumnos dentro de la clase. Los tiene encandilados a base de discursos vacíos y renuncia por completo a su labor pedagógica.

-El profesor progenitor, otra degeneración.

-El profesor-padre, capaz de cuidar mucho aspectos sentimentales, a veces desde posiciones sensibleras, pero capaz también de descuidar todo lo demás.

-¿De qué pie cojea el profesor enseñante?

-Es el que sigue utilizando métodos de la peor escuela tradicional. Genera lo que en términos pedagógicos conocemos como alumnos aprendientes, jóvenes que repiten mecánicamente por culpa de un uso abusivo de la memoria. Al final el resultado es que no hay comprensión de la materia.

-Profesores políticos y profesores predicadores.

-Los primeros aprovechan la clase para promover sus ideas. Los segundos, para lanzar moralinas. Estos últimos suelen estar obsesionados con corregir extravíos y malas costumbres en el aula, pero los extraviados son ellos.

-Dice usted que el profesor progenitor trae como consecuencia alumnos vástagos.

-Son alumnos que pueden generar sentimientos filiales patológicos en relación con ese profesor. De la misma forma que el profesor presentador crea alumnos espectadores, que se sientan en clase a ver el «espectáculo» y que se acostumbran a pensar muy poco.