Este tipo de información proporciona a este arácnido, al igual que a los humanos, datos sobre su posición corporal, que le hacen reaccionar de manera rápida, refleja y automática, según ha señalado a Efe el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Joaquín Ortega, quien lleva más de una década estudiando esta tarántula.

Esta información permite reacciones importantes para la supervivencia y regula la dirección y el rango de movimiento.

"Es como cuando una persona se levanta por la noche para ir al baño o a la cocina, sabe qué camino seguir", ha explicado Ortega.

Este profesor del departamento de Psicología Biológica y de Salud, quien tiene más de cien de estas arañas en la universidad, se encontró esta "afición" casi por casualidad, cuando paseaba por Peguerinos (Ávila) y se topó con varios nidos de esta tarántula.

Investigó y descubrió que nadie, a parte de los taxónomos, se había interesado por esta araña, que, si bien no es peligrosa, puede causar reacciones importantes en aquellas personas sensibles a las picaduras de algunos animales, como la de las avispas.

La tarántula mediterránea ("Lycosa tarantula") habita en la Sierra de Garraf en Cataluña, en las provincias del Mediterráneo, en la zona centro del país y en algunos lugares de Andalucía, en concreto en Almería, además de en el sur de Italia y Croacia.

Las hembras, más grandes que los machos, alcanzan los tres centímetros de longitud corporal.

Este arácnido, que vive de forma permanente en una madriguera excavada en el suelo, caza de día y de noche, y tiene cuatro pares de ojos colocados en tres filas.

La fila inferior, situada frontalmente, está compuesta de cuatro ojos pequeños: los anteriores medianos y los anteriores laterales.

Los primeros detectan la luz polarizada, mientras que de los segundos no se conoce aún su función.

La segunda fila está compuesta de dos grandes ojos, los posteriores medianos, que detectan las formas, mientras que en la tercera están los ojos posteriores laterales, que revelan la aparición de nuevos estímulos, según ha detallado Ortega.

Debido a esta capacidad ocular, este investigador, que en 1999 averiguó para qué sirven los ojos anteriores medianos y en la actualidad estudia la función de los ojos anteriores laterales, se planteó si la tarántula, para volver a su madriguera, utiliza información visual o información propioceptiva, es decir la recibida a través de los receptores articulares de sus patas.

En el trabajo llevado a cabo por Ortega y publicado en la revista Naturwissenschaften, se realizaron diferentes pruebas.

Una de ellas fue dejar al animal durante varios días en un pasillo de arena, en cuyas paredes se dibujó unas rayas negras y blancas, como referencia, y a cuya altura se fabricó un nido.

Después de estos días, en los que la tarántula pudo obtener tanto información visual como propioceptiva, el investigador metió a la tarántula, nada más salir del nido, en un vaso y la depositó en un nuevo pasillo, trasladándola, además, 20 centímetros.

En el nuevo pasillo la araña comenzó a buscar la madriguera en el lugar donde había sido depositada y no avanzó hacia donde se encontraban las barras blancas y negras que indicaban la presencia del nido.

"La araña no se trasladaba hasta donde estaban las barras negras y blancas porque ella no era "consciente" de haber sido desplazada; por tanto, se puede concluir que para volver a casa la "Lycosa" tarántula necesita información propioceptiva", según Ortega.