Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Los sueños están hechos de imágenes y movimientos atrapados en el cerebro durante la vigilia y a los que unas misteriosas ondas, las PGO, les confieren un aspecto renovado. Pueden ser manipulados, inducidos, y en ellos es posible encontrar la solución a los problemas que nos atenazan durante el día.

Ésta es la hipótesis que sostiene un equipo integrado por neurofisiólogos, neurocirujanos y radiólogos del Hospital Universitario Central (HUCA). Los investigadores asturianos han detectado, por primera vez, las ondas PGO emitidas por el cerebro humano durante el sueño. De su existencia se hablaba a mediados del siglo pasado, pero sólo se habían identificado experimentalmente en gatos y ratas.

Cuando alguien se mueve la actividad que se genera en su cerebro es muy similar a la que se produce cuando imagina que se mueve o cuando sueña con ello, según Fernando Fernández, que encabeza el equipo de investigación asturiano. La razón es que cuando el movimiento es real el cerebro se sincroniza con un determinado ritmo, denominado beta, y cuando se sueña con el movimiento las ondas PGO reproducen ese mismo ritmo. Eso puede ser utilizado en la rehabilitación física o en el entrenamiento deportivo y de hecho, indicó, las observaciones de este equipo ya están siendo aplicadas por los servicios de rehabilitación del HUCA. Además de repetir un movimiento es bueno imaginarlo y soñar con él. El poder curativo de los sueños también es útil en patologías psicológicas como la depresión.

«Las PGO ponen el cerebro a cero», explicó el médico, como cuando ante una situación crítica, como un accidente de tráfico, nuestra mente se queda en blanco y empieza a tomar decisiones que, en otro momento, jamás hubiéramos tenido el valor de adoptar. Durante el sueño esas ondas electromagnéticas «resetean el cerebro al azar».

«En el sueño buscamos soluciones a los problemas», afirmó Fernando Fernández. Durante la fase más profunda, la fase REM, se consolida la memoria y el aprendizaje. Se fija lo que nos ayudará a avanzar y se resuelven los conflictos que entorpecen nuestro progreso. Es un proceso destinado a «optimizar» nuestros recursos. Por eso, según los médicos del HUCA, mientras dormimos sentimos el doble de emociones desagradables que de emociones placenteras. La ansiedad y el miedo son las más frecuentes y, contra la creencia generalizada, poco más del uno por ciento son emociones eróticas. El movimiento -ya sea hablar, caminar...- está presente en el 88 por ciento de los sueños.

Éstas y otras conclusiones son fruto de cinco años de trabajo y del resultado de la colaboración de varios servicios del HUCA. Al lado de Fernando Fernández estuvieron ayer, presentando este hallazgo de titularidad asturiana, Beatriz Lozano, Fernando Seijo y Elena Santamarta. Todos ellos firman el artículo que recoge el resultado de esta investigación, publicado el pasado mes de septiembre en la revista científica «Sleep», y con ellos Julio Fernández, María José Ramos y Antonio Vela, de la Universidad Complutense y de la Autónoma de Madrid. Desde que apareció en sus páginas ha sido el artículo más leído y comentado de «Sleep».

Las emociones que sentimos en nuestros sueños son en su mayoría desagradables.

La relación entre emociones molestas y placenteras es de dos a uno.

La ansiedad y el miedo son los sentimientos más frecuentes.

Las emociones eróticas suponen sólo el 1,3 por ciento.

El movimiento está presente en el 88 por ciento de los sueños.

La actividad más frecuente es hablar y aparece en el 80 por ciento de los sueños de duración media.

Entre el 15 y el 20 por ciento de los sueños contienen sensaciones de movimiento como caminar y correr.

La actividad que se genera en el cerebro cuando alguien sueña que está realizando una actividad es similar a la que se produce cuando el movimiento es real por la intervención de unas ondas electromagnéticas, las PGO, identificadas por primera vez en humanos por médicos del Hospital Central de Asturias.