Claude Lévi-Strauss es una figura de primera magnitud. Fue el gran teórico de un movimiento muy importante, el estructuralismo, una primera figura en los años 50 y 60 del siglo pasado. En realidad, abandonó la filosofía y se desplazó a una antropología muy sui géneris. Se basaba en ideas de carácter filosófico, pero presentadas como concatenaciones científico-positivas. Estableció una tipología de los parentescos basada en la teoría de los grupos algebraicos. La presentaba como si fueran descripciones de campo, aunque de descripciones no tenían nada. Tenían mucha base positiva y eran interpretaciones muy audaces.

Son muy interesantes sus contraposiciones. Por ejemplo, la que estableció entre antropología e historia, que dio lugar a una polémica muy famosa con Sartre y, en general, con el marxismo. Lévi-Strauss defendía que los hombres nos movemos dentro de unas estructuras temporales desde el punto de vista histórico, unas estructuras uniformes para todo el género humano, constituidas por una serie de elementos cuya combinatoria da lugar a diversos tipos de conductas. Esto le sirvió, por ejemplo, para elaborar un análisis muy interesante de los mitos.

Cuando trata de establecer dónde empiezan los hombres a diferenciarse de los animales, subraya sobre todo la estructura de la familia humana, que según él se funda sobre la evitación del incesto tanto entre hermanos como entre padres e hijos, lo que obliga a salir de la endogamia. Esta tesis ha sido refutada por los etólogos, que han descubierto que muchas especies de primates también evitan el incesto.

Desaparece una figura de primera magnitud, de una potencia de conocimiento enciclopédica, de una extraordinaria finura de análisis. En la Facultad de Filosofía de Oviedo fuimos unos de sus introductores en España. Organizamos un seminario que tuvo bastante repercusión. Estaba por entonces en Asturias Ramón Valdés del Toro, quien había recibido el influjo de Bauman y Lévi-Strauss, y que traía una gran cantidad de material audiovisual. Yo tuve mucha relación con Valdés del Toro, un tipo brillantísimo. Luego reñimos. Más bien fueron los estudiantes los que nos hicieron reñir.

La influencia de los «Tristes trópicos» de Lévi-Strauss se percibe en la plataforma teórica del indigenismo americano de ahora, del conservacionismo y de aquella aseveración que dice que «salvaje es el que llama a otro salvaje». Yo creo que muchas veces hacía trampa. Cuando habla del totemismo dice que aquello es bueno para pensar, no para comer; una teoría que en el fondo era de Bergson, pero que adapta argumentando que Bergson era un primitivo. En realidad, era un golpe bajo.

Recuerdo una entrevista que le hizo un discípulo mío, el asturiano Alberto Cardín. Le preguntó sobre la situación de Oriente Medio y Lévi-Strauss le respondió: «Sobre eso no tengo una opinión superior a la de mi portera». Era su manera de escabullirse.