Avilés, M. M.

«Me despido con tristeza porque cierro una etapa laboral intensa y fructífera», sentenció ayer el jefe de radiodiagnóstico del Hospital San Agustín, José Carlos Soler, uno de los 80 médicos asturianos que han colgado su bata afectados por el plan de jubilaciones forzosas del Servicio de Salud del Principado (Sespa). Pese a todo, no se considera un retirado. «Creo que me voy de vacaciones y, en este sentido, estoy satisfecho. Mi mujer (también médico en Avilés) se jubiló hace dos meses y espero que pase mucho tiempo antes de que llegue la época de los achaques», subrayó.

Soler es una institución del Hospital San Agustín. Empezó su carrera cuando los rayos X se realizaban con pesadas placas y ha ido reciclándose hasta realizar pruebas digitales que dependen de un «click» de ordenador. Ha sido testigo de la implantación en el hospital avilesino de la resonancia magnética, en 2007.

El responsable del servicio de hematología, Leoncio Martín Sánchez, también se despidió ayer de sus compañeros del San Agustín. Es otro de los «tocados» por la jubilación forzosa. Martín escribió el último capítulo laboral con una jornada intensiva de mañana y tarde.