Oviedo, Eduardo GARCÍA

El ser humano tiene 15.000 genes, y con el 10% de ellos hay que tener cuidado. Hasta mediados de este año ya se habían identificado 412 mutados en tumores humanos, pero quedan muchos más por «descubrir». Lo explicaba ayer en Oviedo el director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, Mariano Barbacid, en una conferencia para todos los públicos en el Auditorio Príncipe Felipe. Vino invitado por la Fundación Alimerka, que homenajeaba así a quien fue su fundador, Luis Noé Fernández, fallecido de cáncer hacer ahora un año. La familia de Luis Noé y el bioquímico Carlos López Otín («el mejor homenaje a Luis Noé Fernández es una gran lección de ciencia impartida por un gran científico»), acompañaron a Barbacid, el hombre que hace casi 30 años descubrió el primer oncogén humano.

«Sabemos que el cáncer no es una enfermedad, sino un conjunto de enfermedades, hasta 150 distintas. Hay más tipos de cánceres que de enfermedades infecciosas. Por eso la gente tiene a veces la sensación de que se avanza poco», dijo el científico madrileño al que Otín calificó de «muy exigente, capaz de abstraerse a la superficialidad y comprometido crónico con la ciencia». Barbacid explicó que «no podemos evitar tener cáncer. Si viviéramos 150 o 200 años nos acabaríamos muriendo de un cáncer».

Un par de horas antes, en un breve encuentro con los periodistas, Mariano Barbacid aseguró «dudar muchísimo» que podamos superar el cáncer en la primera mitad del siglo XXI «porque es parte de nuestro envejecimiento. Cada vez que una célula se divide, se produce medio millón de errores, roturas o daños en nuestro DNA. Por fortuna tenemos una maquinaria de reparación que, con el paso del tiempo, se vuelve menos eficaz. Así que se van acumulando daños. Es un proceso natural».

Pero los cánceres «cada vez son más curables» a pesar de la inmensa complejidad del cuerpo humano. «Una sola célula de nuestro organismo es mucho más compleja que todas las instalaciones de la NASA juntas», explicó muy gráficamente Barbacid. Una de sus líneas de trabajo consiste en la secuenciación del genoma de tumores, lo que abriría posibilidades a tratamientos personalizados. «A nivel molecular, posiblemente no haya dos cánceres iguales» y eso explicaría por qué dos pacientes con la misma patología responden de distinta forma a un mismo tratamiento.

La secuenciación del genoma del tumor afinaría mucho más el problema «pero curar es otro mundo porque sigue habiendo tumores extremadamente difíciles». Se ha comprobado -explicó- que un cáncer de pulmón puede llegar a generar hasta 23.000 mutaciones en su genoma. ¿Es verdad que por cada 15 cigarrillos fumados se produce una mutación genética en nuestro cuerpo?, le preguntaron a Barbacid en la rueda de prensa. «Es posible», contestó

Barbacid se refirió al hito que supuso en su momento la secuenciación completa del genoma de un ser humano, cuestión que ahora parece más que superada. «Secuenciar aquellos tres mil millones de unidades costó lo que hoy cuesta una mañana de guerra en Afganistán». Eso, en dinero. En tiempo, los plazos de años se quedan en la actualidad en apenas unos meses.

¿Se acabará convirtiendo el cáncer en una enfermedad crónica», se le preguntó al científico. «Hay tumores que simplemente desaparecen o de los que apenas quedan restos. Pasa con los cánceres de mama o de próstata. Pacientes que se convierten en ex pacientes, personas sanas desde el punto de vista clínico», «Fármacos selectivos contra moléculas identificadas. Se avanza hacia una oncología cada vez más personalizada». Por ahí va la estrategia. «Los avances son lentos, pero son avances sin retorno».