Oviedo, Elena FDEZ.-PELLO

Un capítulo ha quedado cerrado y «una nueva etapa» se inicia en la historia del Hospital Central. Su gerente, Mario González, dejó constancia de ese hecho durante el homenaje a los 177 profesionales jubilados este año en el HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias), entre ellos más de 40 médicos, que se celebró ayer al mediodía en el salón de actos de la antigua residencia. El Hospital se despide de sus veteranos y deja paso a profesionales más jóvenes, que afrontarán la responsabilidad de sacar a flote el futuro complejo sanitario, aún en construcción. Hay quien cuestiona ese planteamiento y defiende el valor de la veteranía.

Pero la de ayer fue una celebración sencilla y exenta de polémica. La «fiesta del jubilado» discurrió apaciblemente, con el gerente y los representantes del comité de empresa y la junta de personal del hospital elogiando la valía de los profesionales que han convertido el Hospital asturiano en lo que es hoy. «Fuisteis el tesoro y el motor del Hospital», manifestó la presidenta del comité de empresa, María José Fernández. Los reconocimientos fueron breves. Les siguió un desfile de médicos, enfermeras y personal administrativo por el escenario, compareciendo de uno en uno para recoger su regalo -una pesada maqueta del actual hospital, en un vistoso paquete rojo- y un diploma.

Entre los protagonistas del evento había rostros de amplia notoriedad pública, como el del presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo, Jaime Martínez, antiguo jefe del servicio de neumología. Martínez deja su trabajo en la Universidad de Oviedo, como profesor, y sus responsabilidades en el Hospital pero mantendrá su vinculación con la profesión médica como consultor de un centro privado. Dedicará más atención a la ópera y, sobre todo, a la familia.

«En estos años ha mejorado mucho la sanidad en general», destacaba ayer Martínez, quien se incorporó al Hospital en 1976. «Las cosas se hacen mejor y más rápido», señaló y opina que se «ha mejorado en sabiduría y en tecnología». A partir de ahora, Jaime Martínez augura «un cambio en la cultura del hospital, que en este primer momento se va a dejar sentir». Aludía así a la marcha de tantos veteranos, que deja algunos servicios faltos de referencias. «Las jubilaciones deberían haberse hecho más escalonadamente», considera.

José Sanchís Moll, dos veces gerente del Hospital, primero cuando se llamaba General y luego del Central, sostiene que «el nuevo hospital no tiene más remedio que cubrir las expectativas que se han puesto en él». Él presume de no haber perdido ni una noche de sueño desde que dejó la gerencia del General. Allí, bromea, quedó curado de espanto.

Confiesa abiertamente su resistencia a la jubilación. «Me hubiese gustado seguir», dice, y discute el sistema laboral: «Llevas años trabajando y un día te dicen que no vales, y te lo dice un administrativo». Ayer cuando Sanchís Moll subió a recoger su diploma un espontáneo dejó escapar un sentido «¡Vuelve!».