Oviedo, M. S. M.

Después de varias décadas dedicado al cine, Manuel Gutiérrez Aragón decidió cambiar de paso y aventurarse en el mundo de la literatura, donde a primera vista -y si tenemos en cuenta que su primera novela ya ha recibido el premio «Herralde»- parece haber llegado con buen pie. «La vida antes de marzo», su primera narración, se presentó ayer en la librería Cervantes de Oviedo, con el apoyo del escritor Manuel García Rubio, fiel seguidor de la cinematografía del ahora escritor y a quien dio «un papel con frase» en su última novela, «Sal».

En «La vida antes de marzo», relato que se desarrolla en el año 2024, hay paisajes y personajes asturianos, trenes interminables, islamistas radicales y algo de ese mundo cervantino en el que la realidad es llevada a sus límites. Con todo ello, Gutiérrez Aragón ha construido una historia que él prefiere entroncar «más con los límites de la inocencia que con el 11-M», aunque reconoce que «una tragedia tan importante como ésa lo tiñe todo».

A pesar de su práctica como guionista, ayer confesó que lo que mayor esfuerzo le supuso a la hora de construir la novela fue mezclar los hechos y los personajes reales con la ficción. Puso de ejemplo en ese terreno a los grandes maestros de la novela histórica, «aquellos que conseguían que la intrahistoria estuviera dentro de la novela sin que se notara». Gutiérrez Aragón, que situó en Asturias algunas escenas y personajes de su novela, argumentó esa elección: «Me gusta sacar personajes asturianos porque esta tierra tiene un sello especial, dices Asturias y huele a Asturias».

Durante la presentación de «La vida antes de marzo», el director de «Demonios en el jardín» no descartó volver al cine, pero aseguró que esa posibilidad «ahora está fuera de mi horizonte mental. Por el momento, pienso seguir escribiendo». Sí reconoció que lo que más echa de menos del cine son los equipos, «la pasión que se desencadena en cada trabajo». Contó que hace algún tiempo se tomó una especie de año sabático y que acabó regresando porque echaba en falta «ese mundo que te rodea y no te permite ninguna debilidad; un campo donde tienes que tener dotes especiales de mando y de seducción, y eso lo compartes con el equipo. Es lo que te falta cuando estás fuera», dijo. «Eso son pasiones compartidas y la literatura es un placer solitario», añadió.

De su incursión literaria dijo que había procurado huir de los trucos cinematográficos y hacer literatura. Su objetivo es escribir bien y, al tiempo, mantener la tensión.

«La experiencia del guión me ha sido útil para no dejar de lado el interés». Tras comentar la indudable relación que existe entre literatura y cine, bromeó al afirmar que los escritores salen ganando porque no tienen que tratar con productores ni con la televisión.