Oviedo, M. S. M.

Las discrepancias entre los patronos dimisionarios de la Fundación Ángel González y la viuda del poeta empiezan a convertirse en un airado enfrentamiento. Susana Rivera respondió ayer con dureza al poeta Luis García Montero, uno de los patronos, junto con Antonio Masip y Manuel Lombardero, que dejaron la Fundación recientemente por considerar «errática e incomprensible» la postura de su presidenta, Susana Rivera.

«García Montero necesita justificar su falta de compromiso con la Fundación Ángel González, todavía inexistente, y su absoluta deslealtad al amigo muerto, para eso no tiene más remedio que recurrir a la calumnia, la difamación y la injusticia». Con manifestaciones como ésta muestra la viuda del poeta su irritación por las explicaciones de García Montero para aclarar los desencuentros que han surgido con Rivera a lo largo de estos dos años.

El poeta granadino, autor de la biografía de infancia y juventud de Ángel González «Mañana no será lo que Dios quiera», respondió hace dos días a las acusaciones de la presidenta de la Fundación. Ésta se mostraba en desacuerdo con que la biblioteca de poesía hispánica de Lombardero fuera el principal activo de la Fundación y atribuía a los patronos, entre otras cosas, falta de trabajo y energía para sacarla adelante. A sus manifestaciones, García Montero replicó afirmando que Susana Rivera había estado en desacuerdo con todas las propuestas que los tres patronos habían presentado. Incluso fue más allá responsabilizándola de la «parálisis» de la Fundación. Montero también insinuó que el testamento de Ángel González había adquirido ciertas obligaciones con la Fundación y que detrás de esa obligación estaba el freno que las cosas venían padeciendo.

Ante esas palabras, Susana Rivera entró directa al ataque. Explicó, sin ocultar su enfado, que es la heredera universal de su esposo, Ángel González, «que me dio plena libertad de hacer lo que yo quisiera con su legado, y que quede claro que lo que yo quiero es lo que él también quería, que todo su legado, salvo quizá lo que tienen el propio García Montero y algún otro patrono dimisionario, quede en Oviedo». Además, les acusa de ocultar la parte del testamento donde se habla de este punto y donde se dice que la fundación «recibirá sólo aquello de lo que Susana no hubiere dispuesto con entera libertad...». La viuda asegura que si hay algún manipulador del testamento no es ella, «el notario lo puede confirmar».

A Masip le lanza un dardo para afearle su falta de actividad en la tarea de levantar la fundación. «Desde septiembre de 2008 no ha asistido a ninguna reunión. Ninguno de los tres dimisionarios ha hecho nada para crear la fundación». Reconoce que Ángel González estaría «desolado» con lo que está pasando e incluso «enojado». Su viuda está convencida de que el poeta «no toleraría que me calumniasen a mí ni que se intentase utilizar su fundación».