Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Cuatro, cinco y hasta seis años tienen que esperar los asturianos que deciden adoptar un niño fuera de España, unos plazos en los que las trabas burocráticas en los países de origen de los menores se suman al retraso con que, hasta hace un par de años, la Administración asturiana tramitaba los expedientes. El año pasado la Consejería de Bienestar Social y Vivienda consiguió rebajar esa variable al agilizar la concesión de los certificados de idoneidad, la primera dificultad que deben salvar los futuros padres, que antes se tardaba 18 meses en obtener y ahora se reciben en tres.

En la actualidad, según fuentes de la Consejería, los expedientes de adopción internacional se tramitan en seis meses. Cumplido ese trámite la Administración se desentiende. Aquí ya no hay más que hacer, dicen, y son las entidades colaboradoras de adopción internacional (ECAI) y los países de origen de los niños los que siguen adelante con todo el papeleo. Es entonces cuando la espera se eterniza.

Joaquín García y su mujer, gijoneses, presentaron su solicitud de adopción al Instituto Asturiano de Atención Social a la Infancia en noviembre de 2004. Recuerdan muy bien la fecha. Eligieron China porque, cuentan, «cuando comenzamos nuestro expediente se tardaba ocho meses en adoptar en aquel país. Hoy ese tiempo supera los cuatro años desde que el expediente llega a China».

Así que la mayoría de los asturianos que hace cuatro o cinco años iniciaron los trámites para adoptar a un niño chino siguen esperando su llegada, y también algunos de los que iniciaron su expediente hace seis años. Y en esa espera el sentimiento de incertidumbre y abandono por parte de la Administración es compartido por muchas familias adoptantes. «La Administración deja de lado la espera y los solicitantes se convierten en meros administrados. El acompañamiento, realmente, lo ofrecen otras personas que están en la misma situación que tú», explica García. «El auténtico apoyo para sobrellevar la espera es el que las familias adoptantes nos prestamos unas a otras, aglutinadas en nuestro caso en la Asociación de Adoptantes del Principado», sostiene Belén Suárez. Son muchas las familias que se quejan de la «frialdad» con la que la Administración trata a los adoptantes una vez concluida la tramitación del expediente.

El problema es que sistemas de adopción como el de China han quedado colapsados por el aluvión de peticiones de adopción recibidas desde los países occidentales. Belén Suárez adoptó a su primera hija en aquel país en 2004, y completó todo el procedimiento en 22 meses. Ésa es una situación irrepetible. Un año después de la llegada de su primera hija Belén Suárez quiso darle una hermana e inició los trámites para una segunda adopción, también en China. Aún sigue esperando, desde 2005.

Javier Álvarez Osorio, presidente de la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento (CORA), explica que «en China las políticas de adopción han cambiado totalmente. Por un lado, hoy en el mismo país hay una clase media muy potente que puede adoptar, y, por otro lado, parece evidente que una imagen de potencia mundial como la que quiere ofrecer resulta incompatible con la desprotección de su infancia». Y la situación no es mucho mejor en el resto de los países que ofrecen a sus niños en adopción. «En Vietnam, país con el que España firmó un convenio hace poco más de un año, los expedientes tardan en resolverse entre dos y tres años», comenta.

Javier Álvarez Osorio advierte de que la duración de la espera no es cuestión de comunidades autónomas. «Hace dos o tres años sí. Asturias, Galicia y Andalucía tardaban mucho en conceder los certificados de idoneidad, pero eso se ha subsanado a través de acuerdos con los colegios de psicólogos», afirma. El problema, agrega, es que los asturianos han tenido que sumar a la larga espera en el país de adopción aquella primera demora. «El que empezó en Asturias cuando se producían aquellos retrasos perdió dos años respecto al que lo hizo en otras comunidades», observa Javier Álvarez.