Oviedo, J. B.

Protagonismo total para las hermanas Arcides y María, guardianas de la tradición e incansables pandereteras, que ya habían sido homenajeadas por el concurso cuando la sede estaba en el teatro Campoamor. Para ellas fueron las grandes ovaciones del certamen, que organizan el Ayuntamiento y LA NUEVA ESPAÑA, y con ellas se engrandeció un poco más el «Ciudad de Oviedo».

Aunque hay que desvelar que hubo una canción que compitió en protagonismo: «Tengo de subir al puertu», que sonó tres veces consecutivas, dos por gaiteros y una -muy bien recibida por el público- del cantante de tonada Francisco Martín Holgado. La tonada también contó con la actuación de María Teresa González.

La parte de concurso, que ayer celebró en el Filarmónica la segunda semifinal, se completó con dos coros, «Padre Coll» de La Felguera y la coral Casino Villalegre de Avilés. Las parejas estuvieron representadas por Andrés Martínez y Estefanía Moro. Y los gaiteros fueron José Luis Fernández, Álvaro García y Rodrigo Fernández Joglar. Hubo varias bajas en distintas categorías por distintos motivos. Carlos Jeannot, director del concurso «Ciudad de Oviedo», charló desde bambalinas con Javier Alonso, uno de los veteranos del jurado y encargado de la parte técnica de sonido. Alonso juzga a gaiteros y parejas y destacó el altísimo nivel de los instrumentistas. También desfiló por «el cuarto» de invitados del director del certamen el alcalde de Sariego, Javier Parajón.

Arcides y María fueron presentadas por Xosé Ambás, que ya tuvo de invitadas a las hermanas en su programa de la TPA, «Camín de cantares». «No conozco ninguna mujer que toque tan bien como estos dos diamantes», dijo Ambás, que pidió que se las aplaudiera con ímpetu. Y las hermanas de Trabáu (Degaña), quizá haciendo honor a una de las estrofas que interpretaron, comenzaron su sesión de pandereta y voz armadas de tranquilidad, de buen gusto y, sobre todo, con la sabiduría que aporta el interpretar las músicas oídas durante toda su existencia. Tal homenaje al buen gusto y a la tradición lo animó e ilustró Ambás marcándose unos pasos en un par de piezas.