El Archivo Histórico custodia una documentación cifrada en 135.000 cajas, que ocupan una superficie de 22 kilómetros de estanterías. Su directora es Conchita Paredes y cuenta con una plantilla de nueve trabajadores.

Oviedo, P. RUBIERA

La antigua cárcel de Oviedo, inaugurada en 1907, es desde ayer la sede del Archivo Histórico de Asturias. Un edificio con historia, vinculado a los períodos más convulsos de la política española y asturiana del pasado siglo. Tanto la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, como el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, tuvieron muy presente en sus discursos el pasado de una prisión que alojó a los revolucionarios de 1934 y a cientos de militantes de la izquierda tras la victoria de Franco. Muchos fueron fusilados, entre ellos el rector de la Universidad de Oviedo Leopoldo Alas, uno de los hijos de Clarín. Ayer, cuando concluía el acto, trascendía la noticia del fallecimiento de Cristina Alas Rodríguez, su única hija viva. González Sinde se refirió al nuevo edificio como «hogar de la memoria asturiana».

El Gobierno regional invitó a la inauguración a Manuel García González, más conocido como Otones, de 80 años, militante socialista y miembro destacado del movimiento vecinal gijonés. Estuvo trece años en las prisiones franquistas, en diferentes etapas. «Te detenían y siempre pasabas por aquí; después ibas a Carabanchel y allí te asignaban una prisión».

Otones recordaba ayer las últimas ejecuciones en la prisión, en los años cincuenta, de dos guerrilleros. «Que ahora sea Archivo es lo mejor en que se podía emplear el edificio. Dicen que el que olvida su historia está obligado a repetirla, por eso es bueno no olvidar y que quede un testimonio de lo que fue», declaró a LA NUEVA ESPAÑA.

Cuatro celdas, que han sido recreadas con ayuda de testimonios e historiadores y que, junto a la cúpula, podrán ser visitadas por el público, son el recuerdo de aquel tiempo de enfrentamiento civil y del pasado carcelario de la construcción.

«Rehabilitando este edificio para preservar la memoria de Asturias, rendimos un homenaje a quienes sufrieron y murieron por la defensa de sus ideas y la libertad entre estos muros», subrayó Vicente Álvarez Areces.

El presidente de Asturias finalizó su discurso con unos versos del poeta Marcos Ana, quien estuvo 23 años en las cárceles franquistas: «La casa y el corazón/ nunca cerrados: que pasen/ los pájaros, los amigos,/ el sol y el aire».

La ministra de Cultura inició su intervención con un cuento de Primo Levi, que se refiere a los oficios que destruyen y a los que conservan, entre estos últimos los relacionados con las bibliotecas, los archivos y los museos. «A partir de hoy, cualquier ciudadano podrá perderse y encontrarse con la verdad que contienen sus kilómetros de estanterías», dijo González-Sinde.

La apertura institucional del equipamiento contó con la asistencia de casi dos centenares de personas. La Ministra vino acompañada del director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco: «Estoy feliz porque empecé esta obra y hoy la inauguro», declaró.

Asistieron también, entre otras personalidades de la política, la presidenta de la Junta General, María Jesús Álvarez; el delegado del Gobierno de España, Antonio Trevín; la consejera de Cultura, Mercedes Álvarez, y varios alcaldes, entre ellos los de Oviedo, Gabino de Lorenzo; Gijón, Paz Fernández Felgueroso, y Pravia, Antonio de Luis Solar.

Había numerosos representantes del colectivo de bibliotecarios y archiveros de Asturias, así como profesores de la Universidad y representantes de instituciones culturales. El monasterio de San Pelayo de Oviedo, sede hasta hace un mes del Archivo, estuvo representado por María Teresa Álvarez, madre abadesa; María Rosario Fernández Miranda y Covadonga Querol Bascarán. Asistió, asimismo, la anterior directora del Archivo, Blanca Álvarez Pineda, toda una institución. Su sucesora en el cargo, Conchita Paredes, ejerció de anfitriona y guió a las autoridades, primero por la exposición que inaugura el edificio, «Guardianes del tiempo», y más tarde por el nuevo Archivo.

El Ministerio de Cultura ha financiado casi la totalidad de los 18,5 millones de euros que ha costado el edificio, situado en el barrio Ciudad Naranco. Diseñado por la arquitecta Remedios Fernández Carrión García, el proyecto recupera la estructura original del edificio y mantiene su gran cúpula central. El interior ha sido remodelado en su integridad creando un espacio que trata de ofrecer todas las instalaciones que exige un centro de estas características. El Archivo alberga, entre otros servicios, una sala de investigadores, otra de exposiciones, laboratorios de digitalización y talleres de restauración. Los fondos documentales se han instalado en los cuatro brazos del panóptico, que tienen capacidad para albergar hasta sesenta y cinco kilómetros de documentación.