Llanera, Eduardo GARCíA

Nanómetro: medida de longitud que equivale a la milmillonésima parte del metro. Divida por partes el metro en mil millones de trocitos (o si lo prefiere, un milímetro en un millón de partes) y dará con las medidas en las que se mueven todos los días los investigadores del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología, uno de los tres centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Asturias.

Ubicado en el Parque Tecnológico de Llanera, el CINN ha encontrado un socio perfecto, la Fundación ITMA, uno de los centros tecnológicos que funcionan en Asturias, en este caso con dos sedes, la de Llanera y la de Avilés. La diferencia de ubicación la marcan los materiales a estudiar: no metálicos en Llanera, y metálicos, con el acero por bandera, en Avilés.

El Instituto Tecnológico de Materiales (ITMA) y el CINN comparten objetivos y hasta espacios. El Centro de Nanomateriales es estatal, e ITMA es una fundación en la que están representados el Principado, la Universidad y las grandes empresas industriales asturianas. Ambas partes aseguran que la cosa funciona. Puestos a compartir, hasta comparten cabeza visible, Ramón Torrecillas, uno de esos currículos que asustan.

Por centrarnos en el CINN. El clímax del edificio de Llanera no pone al visitante en situación inmediata de la actividad diaria que allí se cuece. Mucha oficina, mucha terminal de ordenador... Los laboratorios parecen llenar espacios más bien secundarios. Pero los hay. Los cerca de 50 investigadores del Centro de Nanotecnología trabajan fundamentalmente con cerámicas, y con la evidencia científica, difícil de comprender para el profano, de que un mismo material, pero en muy pequeñas proporciones cambia sus propiedades. Y en general para bien. Trabajando a niveles nanométricos se pueden modificar las propiedades metálicas, magnéticas o físicas, y por tanto se pueden buscar nuevas aplicaciones.

En el CINN de Asturias se trabaja, por ejemplo, en biomateriales para implantes, tratados con bactericidas para evitar infecciones. O en materiales transparentes a la radiación, por los que la luz pasa sin dispersión. Es un mundo investigador que tiene largo camino por delante. Lo muy pequeño está de moda.

Sacarle jugo a las cerámicas

Las propiedades de las cerámicas se multiplican por mil -es un decir- cuando son tratadas en los laboratorios especializados. Hablamos de nanotecnología y de un equipo muy joven y con amplia mayoría femenina, que trata de buscar aplicaciones insospechadas a los materiales de siempre, esos que nos rodean en nuestra vida cotidiana. En la foto, de izquierda a derecha y con el sintetizador SPS, una especie de olla exprés azul de compactación rápida para mantener las cualidades del material, Lucía Fernández, Carlos Gutiérrez, Patricia Gómez, Míriam Miranda, Marta Suárez, Martín Anel, Teresa Rodríguez, Olga García, Isabel Álvarez y Susana Martínez.

Espejos fiables a 150 grados bajo cero

Dolores Morales, Marta Prado y Adolfo Fernández, en la foto (falta el cuarto componente, Victoria García), forman el equipo de investigación en materiales del área de seguridad y defensa. De sus manos han salido espejos utilizados en satélites espaciales, capaces de mantener una estabilidad dimensional altísima y a -150 ºC, o herramientas de corte de enorme precisión, o placas de blindaje. «Lo que buscamos es que en el mundo de la nanotecnología, dos más dos sumen, por lo menos, cinco».