Santiago, Sevilla,

París, Londres, Agencias

En España la jornada de Resurrección sirvió para que la jerarquía de la Iglesia criticara las críticas, que es una forma de defenderse de ellas. El arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, por ejemplo, denunció el «fuerte temporal antieclesial y anticlerical» que en su opinión se está generando a consecuencia de los escándalos de pederastia que salpican a la Iglesia católica en varios países.

Barrio aseguró en su intervención que el Papa «está conduciendo la barca de Pedro con la finura espiritual, la hondura intelectual y la firmeza que le son propias».

Del mismo modo, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, lamentó la tendencia prevalente a «distorsionar los hechos», y criticó los ataques al Papa, a quien defendió por haber reaccionado con normas más severas ante estos casos «condenables e inadmisibles».

La homilía del arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, mencionó su alarma y tristeza por «la cultura de la muerte» que impera en la actualidad, con cuatro referencias que, situadas en el mismo plano, acabarán en polémica: «aborto, eutanasia, terrorismo y guerras».

Fuera de España, la homilía del cardenal de París, André Vingt-Trois, sirvió para reclamar justicia «contra la campaña de denigración y calumnias» a la que se ve sometida la Iglesia católica «y que no persigue otra cosa que manchar al Papa». Vingt-Trois añadió que «si se exhumasen los casos de pedofilia juzgados desde hace medio siglo en Francia» habría un «catálogo del horror en el que los religiosos son una minoría».

Sin embargo, los presidentes de las Conferencias Episcopales inglesa y escocesa utilizaron sus sermones para pedir disculpas por los «pecados» cometidos en el seno de la Iglesia católica, en alusión a los casos de abusos de menores. El arzobispo de Westminster, Vicent Nichols, máxima autoridad de la Conferencia de Obispos en Inglaterra, admitió que se han cometido «pecados muy graves» dentro de la comunidad católica, palabras casi idénticas a las pronunciadas por el cardenal O'Brian, líder de la Iglesia escocesa.