Gijón, J. C. GEA

La misteriosa y plena presencia de lo plástico que constituye el centro de la obra del pintor Bernardo Sanjurjo ha recobrado plenamente la vibración del color. Después de una época en la que la oscuridad llegó a ser casi absoluta en sus cuadros, el artista asturiano (Castropol, 1940) ha restituido el protagonismo a lo cromático pero sin perder ni un ápice de la poderosa gravidez que llegó a concentrar en aquellas obras.

Los veinticinco óleos de gran formato que desde mañana, martes, expone en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (CBA) bajo el título de «Pintura germinal» dan testimonio de ese tránsito, inserto en un trabajo que Sanjurjo resume en unas palabras que suenan a lema: «Siempre evolucionando, siempre cambiando».

La exposición, que ha sido comisariada por Fernando Castro Flórez y cuenta con el patrocinio de la Caja Rural de Asturias, se exhibirá en la sala Goya del CBA y consta, además de los óleos, de sendas carpetas de obra gráfica realizada en colaboración con los poetas Antonio Gamoneda y Olvido García Valdés y el recientemente fallecido José-Miguel Ullán. «Es un trabajo que me gusta especialmente hacer, una forma de buscar afinidades entre dos cosas que me gustan mucho: la obra gráfica, el trabajo sobre papel, y la poesía», aclara Sanjurjo, que dedica «mucho tiempo» y dice trabajar «muy despacio» en esta modalidad de su obra.

Respecto a los óleos que están en el centro de su nueva muestra madrileña, el pintor se limita a comentar que son el fruto de «un crecimiento con el que se disfruta pero sobre el que no se sabe decir mucho más, salvo que posiblemente corresponde a un cambio en los sentimientos». «Cuando uno crece y cambia, no sabe hacia dónde va, dónde deja algo y dónde empieza lo nuevo; simplemente, procura disfrutar de ese cambio», añade Sanjurjo.

En todo caso, lo que cuenta es la realidad pictórica a la que aluden esas palabras, tal como se ha ido desarrollando en los casi tres años transcurridos desde la última individual del pintor; el cambio interno que impulsa en estos cuadros a la propia pintura, concentrada en formas masivas, cargadas de densidad y riqueza plástica, que parecen expandirse lentamente por sí mismas, invadiendo los fondos sutiles y ligeros. La sabiduría personal y técnica de Sanjurjo consiste precisamente en darle todo el protagonismo a la pintura y a su expresividad borrando bajo su «germinal» presencia todo rastro del autor.

La exposición se complementa con la edición de un catálogo en el que, junto a textos del comisario y del crítico Ángel Antonio Rodríguez, aparece una extensa entrevista entre el pintor y el crítico de arte de LA NUEVA ESPAÑA Rubén Suárez.