Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

«Caótica y calamitosa». Éstos son los dos adjetivos que el Sindicato Médico (SIMPA) aplica a la situación interna del Hospital Central de Asturias. El SIMPA hizo ayer público un comunicado cuyo contenido viene a coincidir, al menos parcialmente, con el diagnóstico efectuado por un grupo de médicos del complejo hospitalario, quienes están gestando una corriente de rechazo a determinadas medidas reorganizativas emanadas del Servicio de Salud del Principado (Sespa) y aplicadas por el equipo directivo del Central.

Según publicó LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo, esta movilización la están impulsando algunos de los médicos más veteranos del centro sanitario, algunos de ellos con rango de jefe de servicio o jefe de sección.

Las dimensiones que pueda alcanzar este impulso movilizador son una incógnita (para pasado mañana, jueves, está convocada una primera asamblea). Sin embargo, no parece aventurado interpretar que el comunicado difundido ayer por el Sespa busca, de algún modo, aglutinar efectivos en torno a este movimiento. De hecho, entre las argumentaciones de unos y otros se observan algunas convergencias. Además, el SIMPA manifiesta su «determinación» a emplear todos los medios a su alcance, «incluyendo la movilización del personal facultativo», en lo que denomina «la exigencia del mantenimiento y mejora de la asistencia sanitaria».

Según la sección sindical del SIMPA en el Hospital Central de Asturias, el clima interno del complejo sanitario «se traduce en un alarmante descenso del nivel de calidad asistencial exigible a un centro sanitario que teóricamente es el buque insignia de la sanidad asturiana». La nota del SIMPA subraya que «las recientes y generalizadas jubilaciones de personal facultativo o las negativas a prorrogar su vida activa más allá de los 65 años, sumadas a las producidas en años anteriores, han generado una descapitalización humana de nuestro hospital, con pérdida de acreditados profesionales que no se han sustituido».

El Sindicato Médico pone como ejemplo lo ocurrido con la cardiología infantil, una especialidad que se ha quedado sin profesionales en la sanidad pública asturiana -al menos temporalmente- a causa de la nueva política de jubilaciones forzosas. Esta situación «no es una anécdota aislada, sino expresión de defectos estructurales de gran impacto en la asistencia a los ciudadanos», precisa el SIMPA.

La nota del Sindicato Médico alude a «la nefasta gestión del reciente concurso de traslados», para indicar que, aunque supondrá la incorporación de «excelentes profesionales» al Hospital Central, ha generado asimismo «importantes disfuncionalidades, con ceses o traslados prematuros de facultativos, obligando a la suspensión de consultas, de quirófanos y de programas especiales».

El SIMPA censura el «modo personalista y dictatorial de ejercer sus responsabilidades por parte de la dirección médica, que cumple formalmente pero ignora sistemáticamente las recomendaciones» de los órganos de representación de los facultativos. «Baste decir que se han modificado a la baja o suprimido en los dos últimos años las guardias de los servicios médicos en veinte ocasiones pese a no contar con el acuerdo de la junta técnico asistencial», indica el comunicado, que también critica «la modificación unilateral de pactos que ponen en serio peligro la continuidad efectiva de programas tan importantes como el trasplante cardíaco».

Según el SIMPA, el equipo directivo del Central ha caído en una situación de «descrédito y deslegitimación».