Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Optimismo, sí; triunfalismo, no. El horizonte apunta a «un avance conceptual extraordinario, impensable hace pocos años, que promete nuevas expectativas en forma de tratamientos para el cáncer, pero no de una curación definitiva».

Así resumió ayer Carlos López Otín el significado del proyecto internacional de investigación oncológica más ambicioso llevado a cabo hasta el momento. Un proyecto que abarca los cincuenta tipos de cáncer más frecuentes y al que, hasta el momento, se han sumado científicos de una docena de países.

Gracias a la contribución de Otín y de sus colaboradores, los primeros hallazgos de la investigación fueron presentados ayer en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo por sus máximos responsables en España: el propio catedrático de Biología Molecular de la institución asturiana y Elías Campo, hematólogo del Hospital Clínico de Barcelona. Estuvieron acompañados por Vicente Gotor, rector de la Universidad de Oviedo, y por Peter Klatt, asesor de la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Esta primera presentación en sociedad está motivada por la publicación, en la prestigiosa revista «Nature», de un artículo firmado por más de 200 científicos -entre ellos Otín y sus colaboradores Xosé Antón Suárez Puente y Víctor Quesada- que recoge esos primeros hallazgos y que quiere servir de marco a todas las investigaciones que el consorcio multinacional de científicos lleve a efecto en los próximos años.

El grupo español -en el que están representadas varias universidades, hospitales y centros de investigación de nuestro país- centra sus estudios en la leucemia linfática crónica, la forma de leucemia más frecuente en los países occidentales. Otín subrayó que, además de los beneficios que estas investigaciones reporten al ámbito estrictamente oncológico, el proyecto producirá un beneficio adicional: la puesta a punto de un dispositivo tecnológico que, a la vuelta de unos años, permitirá secuenciar el genoma de cada individuo por un coste aproximado de 1.000 euros. El coste actual ronda los 30.000 euros.

Los investigadores españoles que participan en el Consorcio Internacional del Genoma del Cáncer (ICGC) han secuenciado cinco muestras de leucemia linfática y han identificado las primeras mutaciones genéticas que la generan.

Al igual que en el resto de los tipos de cáncer que forman parte de la investigación, el objetivo es descifrar el genoma de 500 muestras de este tumor. Gracias a los citados avances tecnológicos, se prevé un notable aumento del ritmo de secuenciación.

Aunque aún muy preliminares, las primeras conclusiones establecen, por un lado, que «los tumores líquidos tienen menos mutaciones que los tumores sólidos, lo cual abre mayores expectativas de curación en un plazo razonable», señala Otín. Y, por otro, que existe «mucha variabilidad» de genes que aparecen mutados, circunstancia que amenaza con complicar el diseño de tratamientos efectivos.

Los avances conseguidos hasta el momento se circunscriben al ámbito básico, del conocimiento. El catedrático de Biología Molecular enfatizó que un científico «no debe crear expectativas falsas nunca». «No prometamos cosas que no se pueden prometer, y desoigamos a los que lo hacen», apostilló Otín, quien, sin embargo, se manifestó confiado en poder «poner a disposición de los médicos» el catálogo de alteraciones moleculares que determinan que una célula «de un paciente concreto, no de todos», se convierta en promotora de un tumor.

Este énfasis en el carácter individualizado de la enfermedad apunta a una de las tendencias del futuro: las terapias «a la carta». Según Elías Campo, el desafío se centra en «estratificar el riesgo de cada paciente, y esa estratificación creo que la tendremos relativamente pronto». Lo que llevará más tiempo es «diseñar fármacos específicos para cada mutación concreta», un objetivo que «implicará el compromiso de la industria farmacéutica», agregó el hematólogo catalán.

La contribución española al consorcio está financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Instituto de Salud Carlos III. En nombre de este departamento, Peter Klatt señaló que esta investigación internacional sobre el cáncer es «el proyecto más ambicioso de la biomedicina moderna».

Entre tanto, Vicente Gotor subrayó el «orgullo de tener en la Universidad de Oviedo a Carlos López Otín», a quien «tengo que agradecer públicamente que se haya quedado a trabajar con nosotros pese a que ha tenido muchas ofertas llegadas de otros lugares».