Miguel Hevia, especialista en urología del Hospital Central de Asturias, explica las claves del cáncer de próstata.

l ¿Qué es el cáncer de próstata? Un tumor maligno que se origina y asienta en la próstata, en el que las células tumorales rebasan los límites de las glándulas prostáticas, infiltrando los espacios que hay entre ellas en una fase inicial y diseminándose después, fuera de la próstata, en estadios más avanzados.

l Tipos. Más del 95 por ciento son adenocarcinomas, originados en las glándulas prostáticas. El 5 por ciento restante tienen otro origen, y habitualmente son más agresivos y difíciles de diagnosticar porque no elevan el marcador más utilizado, el PSA.

l Incidencia. Es el cáncer de órganos sólidos más frecuente en el varón. Su incidencia es muy variable en los distintos países: muy frecuente en Estados Unidos, especialmente en varones de raza negra (influencia genética) y muy poco frecuente en Japón (influencia ambiental, dietética). En Europa y España podría estimarse una incidencia de 50-70 nuevos casos por 100.000 habitantes y año.

l ¿Por qué crece el número de casos? Porque se diagnostican más, fundamentalmente en relación con el uso sistemático del PSA, que obliga a practicar un mayor número de biopsias prostáticas en las que se detectan más tumores. Por otra parte, el incremento en la esperanza de vida de los varones hace que aparezca un tipo de cáncer claramente asociado con el envejecimiento.

l Tasa de curaciones. En los tumores localizados en la próstata (no diseminados), que no son muy agresivos en cuanto al grado tumoral y que se extirpan por completo en la cirugía (márgenes quirúrgicos libres), la probabilidad de estar libres de enfermedad a los 10 años es del 95 por ciento. Cuando diagnosticamos un cáncer diseminado ya no es posible aplicar tratamientos curativos.

l Tratamientos. La cirugía radical y la radioterapia son los tratamientos más apropiados en pacientes que se diagnostican en estadios localizados, situación que ocurre actualmente en más del 75 por ciento de los casos. No existen estudios comparativos que puedan asegurar de manera definitiva cuál de los dos ofrece mejores resultados en cuanto a la curación.

l Cirugía. El paciente «tipo» actual en el que se diagnostica un cáncer de próstata es un varón con una larga expectativa de vida, sexualmente activo y sin otras enfermedades. Hemos de discutir con él las ventajas e inconvenientes de los dos tratamientos citados para decidir cuál es el más adecuado en su caso. La opinión más extendida entre los urólogos es que la cirugía cumple las expectativas de curación y resultados funcionales.

l Efectos secundarios. Los resultados de la cirugía del cáncer de próstata son cirujano-dependientes. Se han demostrado efectos mucho mejores, oncológicos y funcionales, en urólogos con mayor experiencia y número de casos operados. La mejoría y el refinamiento de la técnica quirúrgica alcanzada en los últimos años, tanto en cirugía abierta clásica como laparoscópica y robótica, hacen que los efectos secundarios conocidos -incontinencia e impotencia- sean cada vez menores y permitan alcanzar porcentajes muy altos de pacientes continentes y cada vez mejores de conservación de la potencia sexual.

l Medidas preventivas. Aproximadamente uno de cada tres varones en la quinta década de su vida tiene focos microscópicos de cáncer de próstata. Parece interesante intervenir de alguna forma para evitar que progresen a un tumor con importancia clínica. Se sabe que la dieta es un factor influyente en esta evolución. Las grasas saturadas aumentan el riesgo de cáncer de próstata y empeoran la evolución de aquellos casos diagnosticados y tratados. Los productos derivados de la soja parecen prevenir en cierta medida esta progresión, así como ciertas vitaminas (vitamina A y E) y otras sustancias como los licopenos (tomate) y el selenio, aunque sin una evidencia absoluta. En cuanto a fármacos, recientemente se han demostrado buenos resultados, en ensayos clínicos, con algunos medicamentos empleados en el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata, concretamente Finasteride y Dutasteride, que han de ser confirmados antes de recomendarlos de manera sistemática.