Oviedo, Elena FDEZ.-PELLO

Seis científicos del departamento de Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), entre los que se encuentra el asturiano Amador Menéndez Velázquez -distinguido como «Asturiano del mes» de LA NUEVA ESPAÑA el pasado mes de noviembre-, han diseñado un innovador sistema de captación de la energía solar, más barato y eficiente que los convencionales. Se trata, explica Menéndez, de unas «pinturas fotovoltaicas» que extendidas sobre los cristales de las ventanas de un edificio lo transforman en una central eléctrica a pequeña escala, atrapando la luz del sol y convirtiéndola en electricidad. «Es un sistema bueno -alta eficiencia-, bonito -integrable arquitectónicamente- y barato -materiales nanoestructurados de bajo coste-», sintetiza el asturiano.

La tecnología desarrollada por el MIT aumenta un 16 por ciento la eficiencia en la captura de la luz solar, hasta un 81 por ciento, la más elevada hasta ahora, y tiene la peculiaridad de integrarse fácilmente en la estructura arquitectónica del edificio. De todo ello, entre otras cosas, da cuenta un artículo publicado en el primer número de la revista «Energy Express» -el suplemento bimensual de la revista «Optic Express» que edita la Sociedad Americana de Óptica.

Esta nueva tecnología, a la que los científicos se refieren como «concentrador solar lumiscente», permite aumentar las dimensiones del cristal sin sacrificar su eficiencia, un aspecto crucial a la hora de trasladar los prototipos de pequeño tamaño de los laboratorios a dispositivos más grandes, adaptados al mercado.

Las pinturas desarrolladas en el MIT no requieren un sofisticado y costoso procedimiento de seguimiento del sol, como ocurre con otros dispositivos fotovoltaicos, y recogen, no sólo la radiación que llega directamente de él, sino también la radiación difusa, lo que permite su funcionamiento en días nublados o condiciones climatológicas adversas. Eso se consigue, explica el investigador asturiano, gracias a unas «antenas moleculares inteligentes» que son capaces de captar la radiación desde cualquier ángulo y que la vuelven a emitir, con pocas pérdidas, dirigiéndola hacia los extremos del cristal donde posteriormente es transformada en electricidad.

Por otro lado, añade, «los teléfonos móviles y dispositivos electrónicos actuales, como el iPad, cada vez incorporan mayor superficie de cristal y por ello también podrían beneficiarse de esta tecnología. Ese será uno de nuestros próximos retos», señala el investigador asturiano.