En abril del pasado año un terremoto asoló la región de los Abruzos, en el centro de Italia, causando numerosas víctimas y enormes daños. La capital, L'Aquila, se vio muy afectada por el temblor y su centro histórico quedó prácticamente destruido; hasta el punto de que, un año después de la tragedia, sigue cerrado y sin vida mientras se trabaja a marchas forzadas en su reconstrucción. La región es famosa por sus montañas y sus parques naturales, cuenta con un notable patrimonio artístico -como todas las regiones de Italia- y con hermosas localidades cargadas de historia.

Una de ellas es Ortona, en la costa adriática, cuyo monumento más destacado es el Castillo Aragonés, construido entre 1450 y 1470 cuando la zona estaba bajo el dominio de la corona de Aragón. A mediados del siglo XVI, arquitectos militares españoles modificaron la estructura de la fortaleza y le dieron el aspecto imponente que luce hoy, tras los recientes trabajos de reconstrucción. En la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar aquí la famosa batalla de Ortona, en la que murieron numerosos soldados canadienses. Sus restos reposan en un pequeño y hermoso cementerio visitado constantemente por grupos y gentes procedentes de Canadá.

Ortona es también conocida porque en ella nació y vivió Francesco Paolo Tosti (1846-1916), el más famoso músico de los Abruzos, maestro de numerosos miembros de la realeza europea -entre ellos, nuestra Victoria Eugenia, la nieta de la Emperatriz Victoria de Inglaterra y esposa del rey Alfonso XIII-, gran compositor de romanzas, amigo de Puccini y de Caruso, cuyas obras están hoy en el repertorio de los mejores cantantes líricos del mundo.

En 1983 se constituyó en Ortona el Instituto Nacional Tostiano con objeto de preservar y difundir la memoria y las obras del gran Tosti y de otros músicos de los Abruzos. La actividad de este Instituto es muy notable: celebración desde 1996 de un concurso internacional de canto de carácter cuatrienal, conferencias y seminarios, conciertos y recitales, sin olvidar una meritoria labor internacional que ha llevado la música de Tosti a numerosos países. Así, en Nara (Japón) se celebra, también cada cuatro años, un concurso de canto denominado «F. P. Tosti en Japón».

El pasado 22 de abril tuvo lugar en Ortona un concierto benéfico con el que se pretendía recaudar fondos destinados a la compra de instrumentos musicales y a la rehabilitación del Conservatorio de L'Aquila, seriamente dañado por el terremoto. El concierto fue protagonizado por el tenor asturiano Joaquín Pixán, quien estuvo acompañado por la joven pianista, también asturiana, Noelia Fernández Rodiles y por el violinista Juan Llinares. El Maestro Pixán conoce a fondo la obra de Tosti y ha grabado un importante disco titulado «Francesco Paolo Tosti»: la canción italiana del siglo XIX» por el que ha recibido recientemente el premio del Instituto.

El recital se celebró en el hermoso teatro municipal -impresiona ver las numerosas pequeñas ciudades italianas que cuentan con un notable teatro- con asistencia de numerosísimo público y altas autoridades civiles y militares de la región y de la ciudad. La Embajada de España en Italia patrocinaba el evento, junto con el Instituto y el Ayuntamiento, en gesto de solidaridad con la población afectada por el terremoto. Sin olvidar que España se ha comprometido a restaurar la bellísima fortaleza de Carlos V de L'Aquila dañada por el seísmo, aportando una significativa contribución económica y un equipo de técnicos que trabajarán en estrecho contacto con profesionales italianos.

Joaquín Pixán interpretó diversas romanzas de Tosti y canciones españolas, preferentemente andaluzas y asturianas. La gente disfrutó del canto y de la música y agradeció al tenor español su generosidad por el carácter benéfico de una iniciativa que ha permitido recaudar un dinero destinado a los jóvenes estudiantes del Conservatorio. Yo no pude evitar un ataque de nostalgia cuando el maestro Pixán cantó las «Vaqueiras» de Antón García Abril, la «Soledad» de J. Muñiz y, sobre todo, el «Romance de la mina», de José León Delestal.

Al término del acto pude constatar el afecto que por Joaquín Pixán sienten los responsables del Instituto y la población local. Y pensaba en la belleza de un acto protagonizado por un asturiano universal en un pequeño pueblo italiano de tradición musical y en favor de unos jóvenes que han sufrido una tragedia y que comprueban, agradecidos, la generosidad de un país, España, que quiere demostrar su solidaridad con el pueblo italiano, por el que siente una cercanía y un cariño muy especiales.