Oviedo, Pilar RUBIERA

Ana Cano, catedrática de Filología de la Universidad de Oviedo y presidenta de la Academia de la Llingua Asturiana, presidirá mañana el acto del XXXI Día de les Lletres Asturianes, que se celebrará en el teatro Campoamor de Oviedo (20.30 horas) y pronunciará el ya tradicional discurso sobre el estado de la lengua asturiana. Mujer trabajadora, concienzuda y optimista, está convencida de que la oficialidad del asturiano llegará.

-Este año, en su discurso, tendrá que agradecer al Gobierno regional la nueva sede.

-Es un paso importante y que debe valorarse, pero sin olvidar que, recién nombrada presidenta, hace nueve años, el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, se comprometió a resolver el problema. Ha tardado todo este tiempo. El nuevo local, sin ser nada extraordinario, nos permitirá desarrollar la labor de forma más desahogada y digna. Y no olvidamos lo que significa el monasterio de las Pelayas y su vinculación a la historia y a la cultura de Asturias.

-Da la impresión de que en esta legislatura las relaciones con el Principado se han suavizado, son más diplomáticas.

-La Academia no olvida que es una institución asturiana y tiene que tener una relación protocolaria con otras instituciones y con el Gobierno. Siempre he procurado mantener buenas relaciones con los distintos presidentes, consejeros y directores de Política Lingüística, pero no siempre es fácil. Y cuando se rompieron fue a causa de cosas muy serias. La Academia tiene unos principios de conducta y comportamiento a los que no va a renunciar.

-A día de hoy, ¿qué puede garantizar la supervivencia del asturiano?

-Un marco legal que no es otro que el reconocimiento de la oficialidad. Es una reivindicación irrenunciable para la Academia, porque estamos convencidos de que sin ella la lengua no tiene futuro. Con la legislación actual está sobradamente demostrado que no es posible: vivimos en una inseguridad jurídica permanente.

-Algunos dicen que con la Ley de Uso ya es suficiente.

-Es falso. El conflicto surge en el momento en que un ciudadano quiere vivir en lengua asturiana. Lo hemos visto en la contradicción entre el auto dictado por el Tribunal Constitucional y la sentencia del Juzgado asturiano contra la interpretación de la ley de Uso. Y no son sólo esas dos instancias jurídicas, son los propios órganos del Principado los que van contra la ley que, a mi juicio, tiene dos problemas: lo corta que es y lo más corta todavía respecto a los problemas que derivan de su puesta en práctica. No tenemos derechos lingüísticos garantizados y eso quiere decir que no somos libres para escoger la lengua en la que nos queremos expresar.

-Otros basan su postura contraria a la oficialidad en la ausencia de demanda social.

-Es el discurso de algunos políticos, pero no se ajusta al resultado de los estudios serios que se han hecho. Esas encuestas afirman que la mayoría de los asturianos quiere que la llingua sea oficial y mayoritariamente se pronuncia a favor de una sociedad bilingüe; y eso, en el actual contexto autonómico, no es posible sin la declaración de oficialidad.

-Hay otro sector, más vinculado a la llingua, que considera que ya no es posible su recuperación.

-La Academia quiere una lengua viva y una lengua para el futuro y seguirá trabajando para lograrlo. No queremos una lengua para estudiar ni en el museo. El lingüístico es el problema más grave que venimos arrastrando desde la Transición. Que en todos estos años hayamos sido incapaces de darle una respuesta me parece bastante grave.

-Los resultados de la prueba que hizo el Ministerio de Educación a niños de 9 años dicen que los alumnos de comunidades bilingües rinden mucho peor que aquellos de autonomías exclusivamente españolas.

-Si eso es así, no es por el bilingüismo sino porque el sistema educativo está mal planificado. Conocemos muchos países bilingües en Europa, algunos plurilingües, que están a la cabeza en estos parámetros. Suiza es uno de los ejemplos. El bilingüismo no es ningún empobrecimiento de nada, sino todo lo contrario. El problema será que la enseñanza de las lenguas está mal planteada.

-Cada vez se editan más libros en castellano con traducciones del asturiano. La calidad de la literatura parece indiscutible y, sin embargo, se compran pocos libros. ¿Cómo explicar tanta contradicción?

-La literatura en asturiano y también la filología cada vez tienen mayor reconocimiento fuera; y no sólo en España, también en Europa. El asunto de la lectura puede estar relacionado con dos cuestiones: la enseñanza, tanto en Primaria como en Secundaria y en la Universidad, y la política lingüística que se hace. Si no se valora la lengua en la sociedad, ¿cómo se va a valorar la literatura?

-La Academia tiene treinta años de historia. ¿Ha cumplido con su mandato?

-Estoy satisfecha con el trabajo realizado. Hemos sacado adelante la normativización, con consenso y en un tiempo récord. Las obras más importantes, el Diccionario y la Gramática, son modélicas desde el punto de vista científico. La filología asturiana, dentro de lo que es la filología románica, está a la misma altura que la española, la italiana o la gallega. Estamos trabajando en la adaptación a las nuevas necesidades de la comunicación y damos pasos importantes con internet.

-¿En la Academia están todos los que debieran o entran los que son afines ideológicos?

-La Academia siempre ha defendido la libertad de actuación y esa libertad está un poco en la clave de la acusación de sectarismo que se nos hace. En la Academia no puede estar todo el mundo, porque el número de los académicos es limitado y sería absurdo que una institución que quiere trabajar nombrara a una persona que va en dirección contraria. Pero está abierta a todos.