Gijón, Ángel CABRANES

«Do you like the samba?». Ana Johari Mejía preguntaba ayer en perfectos inglés si les gustaba la samba a los integrantes del American Ballet Theatre II. No lo hizo desde las butacas del teatro Jovellanos, donde la prestigiosa compañía norteamericana debutará mañana, sino en el aula de audiovisuales de la Escuela Oficial de Idiomas de Gijón. Allí, los bailarines Brian Waldrep, Brittany DeGrofft y Telmo Moreira, junto a Kelli Gilson, manager de la compañía, analizaron las seis piezas en las que está dividido su espectáculo ante un centenar de estudiantes de inglés. Todo bajo una condición: ni una palabra en español.

«Somos un colectivo formado por 14 bailarines de países tan diferentes como Australia, Cuba o Portugal, y de entre 17 y 21 años», explica Kelli Gilson a los alumnos de la Escuela de Idiomas de Gijón. La juventud de los conferenciantes llama pronto la atención, por lo que Brian Waldrep se apura a dar la razón: «El American Ballet Theatre es la compañía de danza más importante de Norteamérica, pero nosotros somos su segundo cuerpo de baile. El objetivo es formarnos para poder dar el salto algún día». «Claro, son como un filial», murmura uno de los asistentes.

Pronto una mano alzada da continuidad a las preguntas. «¿Cuándo decidisteis ser bailarines?». Brittany DeGrofft es la encargada de responder: «Con 5 años ya le pregunté a mi madre qué le parecía», contesta con timidez. Más complicada fue la explicación del brasileño Telmo Moreira. Primero por su nivel básico en inglés y después al describir sus orígenes humildes: «Nací en una favela de Río de Janeiro. Mi familia era muy pobre y a mi padre no le gustaba mucho que bailara. Tuve la suerte de ir a una competición en Suiza y gracias a eso me fichó el American Ballet y pude trasladarme a Nueva York».

Las inquietudes de los asistentes fueron tan variadas como divertidas. Desde preguntar por sus hábitos alimenticios hasta las horas que invierten en preparar un nuevo espectáculo. «Comemos de todo, afortunadamente somos jóvenes y no tenemos que seguir ninguna dieta», desvela DeGrofft, mientras Brian Waldrep describe el trabajo diario de la compañía: «Entrenamos entre seis y siete horas al día durante tres semanas cuando tenemos que iniciar una nueva coreografía». La inesperada lección de inglés a través de la danza concluyó con un rotundo aplauso y la invitación de «volver a vernos mañana, en el Jovellanos, a las 20.30 horas».