No es la noticia científica de la semana. Ni la del año. Es, junto con la obtención del genoma humano, la noticia más espectacular de lo que llevamos de siglo. El pasado jueves por la tarde, la revista «Science» anunció la publicación en línea del primer borrador del genoma de los neandertales. El equipo que ha logrado la hazaña lo lidera Richard Green, miembro del Department of Evolutionary Genetics que dirige Svante Pavo -el profeta y emperador, todo a la vez, de la recuperación de DNA antiguo- en el Max Planck Institute de Leipzig (Alemania). Green es la primera figura de un equipo en el que ha colaborado de forma crucial la empresa de biotecnología 454 Life Sciences, y que cuenta con científicos españoles del Instituto de Biología Evolutiva (Universidad Pompeu Fabra, Barcelona), del Área de Prehistoria (Universidad de Oviedo) y del departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Entre todos ellos, y a partir de muestras minúsculas de hueso procedentes de los yacimientos de Vindija (Croacia), sobre todo, pero también de Sidrón (España), Feldhofer (Alemania) y Mezmaiskaya (Rusia), se ha obtenido el primer mapa que indica cómo fue el genoma de los neandertales. Para ello, Green y sus colaboradores usaron las técnicas puestas a punto hace un año en un avance que cubría un millón de pares de bases nitrogenadas de los más de 3.000 millones del total. Esos procedimientos consiguen desechar las contaminaciones producidas por el DNA bacteriano, e incluso rellenar los huecos que deja el material genético recuperado.

El resultado es pasmoso, sin más. Hasta ahora, dos modelos describían la posible aparición de los humanos modernos -nosotros mismos. El primero aseguraba que se produjo mediante cruces continuos de Homo erectus y neandertales con los primeros cromañones. La alternativa a esa «hipótesis multirregional», con el nombre de «Desde África», sostenía lo contrario: que los humanos modernos aparecieron en el continente africano desplazando luego a las demás especies humanas en Asia y Europa pero sin cruzarse con ellas.

El genoma neandertal muestra que ambas hipótesis estaban equivocadas. Si bien los humanos modernos aparecimos en África como una especie distinta a cualquier otra, un grupo pequeño de neandertales se cruzó con los cromañones en Oriente Medio antes de que éstos colonizasen Europa y Asia.

Así, los neandertales han contribuido entre un 1 y un 4% al genoma humano actual. Poco como para que quepa hablar de la misma especie, cosa que planteaba la hipótesis multirregional. Demasiado como para ignorarlo sosteniendo, de acuerdo con los partidarios de la hipótesis Desde África, que no hubo hibridación.

Los neandertales resultan ser, pues, no sólo nuestros primos más cercanos sino una especie tan próxima como para poder mezclar sus genes con los nuestros en ocasiones especiales. Qué más pudieron compartir con los humanos modernos es algo que habrá que calibrar a la luz de este foco espléndido que acaba de encenderse.