Oviedo

Pesa 7 kilos y mide 75 centímetros, pero tiene 17 años. Es un caso asombroso, único en el mundo, que la ciencia trata de estudiar. Brooke Greenberg es una estadounidense cuyo cuerpo y mente se han negado a crecer. No ha perdido sus dientes de leche y se muestra como un bebé, su problema no tiene nombre médico, y vive en el seno de una familia de clase media de Baltimore. Brooke tiene tres hermanas, todas ellas con un nivel normal de crecimiento y desarrollo.

Unas fotografías suyas han dado la vuelta al mundo. En una se ve a Brooke en brazos de su hermana pequeña, de 13 años de edad. Ambas sonrientes. En otra aparece en brazos de su madre. Los 17 años de esta mujer-niña han estado plagados de dificultades de salud, comenzando por una operación de cadera que los médicos tuvieron que practicarle nada más nacer, en 1993, con apenas 1.800 gramos de peso.

Brooke no tiene, desde un punto de vista médico, ninguna enfermedad genética, pero se cree que su trastorno de crecimiento tiene que ver con algún misterio bien guardado hasta la fecha en su genoma.

Los médicos descartan cualquier crecimiento, mientras Brooke se ha convertido en la reina de la casa, ríe, busca nerviosamente a su madre y adora que sus hermanas la tengan en brazos. Nadie sabe cuánto tiempo puede sobrevivir en estas condiciones. Melanie y Howard, sus padres, han asumido la situación con positiva resignación: «Todas las madres han tenido alguna vez el deseo de retener a su bebé para siempre, que no crezca». Especialistas de la Universidad de South Florida, en Tampa, señalan que el cuerpo de Brooke Greenberg no es una unidad coordinada de desarrollo. Sus diferentes partes van por libre. Crecen sus uñas y sus cabellos. Sólo eso.