Lisboa, Agencias

Benedicto XVI se dirigió ayer en Portugal a los sacerdotes, instándoles a que se ayuden unos a otros en situaciones de «debilitamiento de los ideales sacerdotales» o ante «la dedicación a actividades que no concuerdan con lo que es propio de un ministro de Jesucristo».

En la Iglesia de la Santísima Trinidad de Fátima, durante el rezo de las vísperas con religiosos, seminaristas, diáconos y sacerdotes, el Pontífice subrayó que «la fidelidad a la propia vocación exige coraje y confianza, pero el Señor quiere que también unáis vuestras fuerzas». «Sed solícitos unos con otros, sustentándoos fraternalmente», les rogó y trasladó un mensaje a los seminaristas: «Os animo a ser conscientes de la gran responsabilidad que vais a asumir».

Benedicto XVI llegó ayer a Fátima, meta de su viaje a Portugal, donde visitó la Capilla de las Apariciones. Allí rezó a la Virgen para que «el Papa sea firme en la fe, audaz en la esperanza y fuerte en el amor».

Ante decenas de miles de personas, que desafiaron el frío y la lluvia, Ratzinger consagró a María a todos los hombres del mundo y fijando la mirada en la imagen de la Virgen declaró que «consuela profundamente saber que está coronada no solo con el oro y la plata de nuestras esperanzas y alegrías, sino también con los proyectiles de nuestras preocupaciones y sufrimientos». El Papa se refería a que en la corona de la Virgen se encuentra engarzada la bala que disparó el terrorista turco Ali Agca a Juan Pablo II en 1981 en el Vaticano y que no logró matarle.

Benedicto rezó durante unos minutos ante la imagen de la Virgen y después le ofreció, igual que Pablo VI en 1967, una rosa de oro.