Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

«Yo no habría querido que mi niños hubieran entrado en esto del acogimiento, por supuesto, pero una vez que están aquí a mí me va muy bien con ellos». Este es uno de los testimonios recogidos en el libro «Acoger es querer», editado por el Observatorio de la Infancia de Andalucía y presentado ayer en la IV Jornada del Día Internacional de las Familias celebrada en Oviedo. La que habla es una abuela que tiene acogidos en su casa a sus tres nietos de 4, 6 y 8 años pero el volumen contiene casos de parejas con hijos o sin ellos que acogen a niños con problemas de salud, a bebés, familias numerosas que se hacen cargo de un sobrino... Hay innumerables combinaciones, pero son los abuelos y la familia materna los que más a menudo se hacen cargo de los menores.

En Cataluña, por concretar, el 48 por ciento de los niños dados en acogimiento viven con sus abuelos maternos, el 26 por ciento con los abuelos paternos; el 63 por ciento de los acogedores son mujeres y su edad está comprendida, mayoritariamente, entre los 46 y los 65 años. Carmen Monserrat, investigadora de la Universidad de Girona, es la autora de un estudio que indaga en las preocupaciones y carencias de estas familias acogedoras, temerosas de dejar a sus nietos desvalidos si enferman o mueren y preocupados por cómo afrontar la adolescencia de sus nietos a una edad en la que las fuerzas empiezan a flaquear. No son situaciones nuevas pero requieren una regulación adaptada a los tiempos.

«La cultura mediterránea es una cultura de acogimiento y de familia. Los niños se quedaban con los abuelos cuando los padres se marchaban a trabajar fuera, lo que sucede es que ahora se necesitan papeles», expuso Monserrat. La catalana recomienda adelantarse a los acontecimientos, porque la cultura familiar está cambiando. «No sé si dentro de treinta o cuarenta años vamos a tener unos abuelos tan generosos. Antes de que el toro nos pille tenemos que ir pensando en más apoyos», señaló.

La Diputación Foral de Vizcaya ha apostado con decisión por el acogimiento con unos resultados apabullantes. «Ningún niño tutelado menor de tres años ha ingresado en un centro», informó Consuelo Alonso Vergara durante su exposición. La jefa del servicio de Infancia de Vizcaya detalló las medidas en favor del acogimiento en esa provincia y las ayudas económicas que perciben los acogedores.

Alonso explicó que todas las familias acogedoras, ya sean familiares de los niños o familias ajenas a ellos, perciben una ayuda. Todos los meses desde que se formaliza el acogimiento cobran 350 euros por cada niño acogido, si el pequeño tiene necesidades especiales esa cantidad asciende a 450 y si son acogimientos de urgencia -de menores de un año- a 600. Además, las familias disponen de ayudas extraordinarias «que cubren todo lo que no incluye el servicio sanitario», desde unas gafas a una adaptación ortopédica; se pagan los apoyos escolares, todos los niños acogidos están becados y hay ayudas para pagar a las colonias de verano.

Vizcaya también ha articulado una batería de medidas fiscales que favorecen el acogimiento de menores. Las ayudas percibidas por este concepto no son imputables como ingresos, explicó la jefa del servicio de Infancia, y los niños acogidos desgravan igual que un hijo. Además, estas familias pueden contabilizar como hijos a los niños acogidos y disponer así del carné de familia numerosa.