Oviedo, M. S. MARQUÉS

Reconstruir el árbol evolutivo de la especie humana es un empeño de los científicos que va mucho más allá de la búsqueda del eslabón perdido. Va más allá porque más que de ausencias hay que hablar de diversidad y casi de rompecabezas. No es fácil encajar las piezas del puzle humano que se han ido localizando en forma de fósiles. Desde que los Australopitecus se pusieron de pie comenzó el proceso evolutivo de la especie humana con el desarrollo del cerebro y la fabricación de instrumentos de piedra. Aunque se empieza a hablar de homínidos con los Australopitecus que vivieron hace 4 millones de años -uno de cuyos ejemplos más representativos es Lucy, el esqueleto cuyo descubrimiento dio la vuelta al mundo- hay diversidad de opiniones sobre la posición de las distintas familias de Australopitecus que se contabilizan en África.

Separados de la línea del chimpancé hace unos siete millones de años, los Australopitecus y tras ellos el género homo, son los ancestros de los hombres actuales. En ese largo viaje que se inicia en África quedan aún muchos interrogantes por desvelar, así lo demuestra un árbol evolutivo en continua transformación. El último ejemplo lo pone el genoma neandertal que acaba de refrendar la hibridación entre Neandertales y «Homo sapiens» y el reciente hallazgo de la Mujer X.

Los primeros individuos del género homo pudieron aparecer hace 2,5 millones de años, pues ésa es la edad que se asigna a algunas herramientas de piedra. Pero el primer homo con nombre y apellido es el «Homo habilis», que vivió entre hace 2 y 1,7 millones de años. Era de talla pequeña con una capacidad craneal que rondaba los 500 cc. Se cree que fue sustituido por el «Homo ergaster». Sus proporciones corporales y cerebrales se acercan más a los humanos posteriores. Pudo ser el primer homo que salió de África llegando a Europa y Asia, donde se encontraron sus huellas hace un millón de años.

Muy parecido a él fue el «Homo erectus», cuyo individuo más antiguo vivió hace 1,5 millones de años, aunque la especie se mantuvo hasta hace cien mil años, y tras salir del continente se distribuyó por Europa y Asia. Algunos paleontólogos defienden que el «Homo habilis» pudo ser el ancestro de las actuales poblaciones y que el resto de las especies estarían en su misma línea evolutiva. Es el caso del «Homo anteccesor», que se identificó en la sierra de Atapuerca, donde vivió hace 800.000 años, y del «Homo heidelbergensis», antepasado del Neandertal, que vivió hace 500.000. Según esa versión, que defiende Emiliano Aguirre, le seguirían los Neandertales (200.000 años), el «Homo sapiens arcaico» y el hombre moderno (40.000). Es decir, una misma especie desde el «Homo habilis» con distintas poblaciones. Sin embargo, la tesis que defienden los codirectores actuales de Atapuerca van separando del tronco principal a partir del «Homo anteccesor» al «Homo heildelbergensis» y a los Neandertales.