Escribió con Jorge Alonso y Enrique A. Mastache «El antiguo Egipto en el cine»

Oviedo, Javier BLANCO

Los escritores asturianos Jorge Alonso, Enrique A. Mastache y Juan J. Alonso acaban de publicar «El antiguo Egipto en el cine» (T&B), que completa una trilogía de cine histórico. El primero de ellos fue «La Edad Media en el cine», al que siguió «La antigua Roma en el cine». Lo siguiente que los escritores preparan es Grecia. Juan J. Alonso desvela, explica y matiza a LA NUEVA ESPAÑA algunos detalles de esta obra sobre la gran pantalla y Egipto.

-¿Conocen Egipto o conocen Egipto por el cine como la mayoría de los mortales?

-Conocimos Egipto a través del cine, como casi todos los mortales, aunque más tarde tuvimos la suerte de viajar al Egipto de piedra y arena y tocar el Nilo con nuestras manos. Pero el cine es nuestro primer amor, así que todo en Egipto nos recordó al cine: en la pirámide de Keops se escondía Joan Collins; en Abu Simbel veíamos el rostro de Yul Brynner, y en las ruinas de Tell el Amarna flotaba el fantasma del médico Sinuhé con la pinta de Edmund Purdom. Lo mejor del cine es que pone cara a la Historia.

-¿Cuál es la obra maestra de este género?

-A nosotros nos encanta «Tierra de faraones» porque tiene de todo: una pirámide muy chula, una mala guapísima, unos decorados encantadores y un final poderoso. La parte más «egipcia» de «Los Diez Mandamientos», antes de que Moisés se convierta en un tipo inquietante con pelucón canoso, es también maravillosa, con un Charlton Heston sencillamente perfecto en su papel de príncipe de Egipto. «Cleopatra» cuenta con los ojos de color violeta de Elizabeth Taylor y «La Momia», el clásico en blanco y negro de Karl Freund, con la imponente presencia de Boris Karloff? Pero «Tierra de faraones» es un compendio del cine sobre el antiguo Egipto.

-¿Acaso «Faraón» es clave en cuanto a rigor y seriedad?

-Sin duda. «Faraón» es una película polaca que no tiene nada que ver con el cine histórico producido por Hollywood, centrado en el gran espectáculo. Aunque el protagonista de «Faraón» es un faraón que nunca existió, Ramsés XIII, la película es rigurosa no sólo en el vestuario, las pelucas, los bailes, los carros de combate o los gestos de los personajes, sino en los aspectos políticos y hasta filosóficos que sostienen la trama. «Faraón» es al cine sobre el antiguo Egipto lo que «2001: una Odisea del espacio» es al cine de ciencia-ficción.

-¿Mejor director, mejor actriz y actor del cine de Egipto?

-Qué difícil. Yo me quedaría con Cecil B. DeMille, director de la «Cleopatra» protagonizada por Claudette Colbert, y de dos versiones de «Los Diez Mandamientos». DeMille es puro espectáculo, y todos los cinéfilos le debemos muchas horas de felicidad. En cuanto a la actriz, quizá la poco conocida y bellísima Bella Darvi en «Sinuhé el egipcio», que interpreta a una fascinante cortesana babilonia que destruye física y moralmente a Sinuhé, aunque no hay que olvidar a Elizabeth Taylor en la «Cleopatra» de Mankiewicz, ni a Rachel Weisz en «La Momia» de Sommers. ¿Un actor? Me inclino por Heston y Brynner en «Los Diez Mandamientos».

-¿Cleopatra es la de la mirada de Hollywood?

-La imagen de Cleopatra se está revisando a la luz de las últimas investigaciones, pero es cierto que el cine ha hecho que veamos a la última reina de Egipto como una hermosa mujer que engatusó a Julio César con sus encantos y que se embarcó con Marco Antonio en una loca aventura de amor y guerra. Fue mucho más que eso, pero una película no es un documental ni una clase de Historia. La mirada de Hollywood moldea la mirada del espectador, al igual que lo hicieron la mirada de Plutarco o de Shakespeare. Si queremos echar un vistazo a la reina Cleopatra más allá del tamaño de su nariz o de sus amores con dos famosos romanos, hay que ir también más allá de Hollywood y del peplum italiano, al igual que si queremos conocer cómo era la antigua Roma hay que ir más allá de Astérix y Obélix.

-¿Tiene Egipto menos cine que Roma?

-Las películas más famosas ambientadas en el antiguo Egipto están protagonizadas por Cleopatra, que tuvo una fuerte relación con Roma, o están basadas en episodios de la Biblia; pero también hay películas muy «egipcias» como «Tierra de faraones» o «Faraón». Sin embargo, es cierto que Egipto no ha tenido la suerte cinéfila de Roma. No hay un «Quo vadis?» a la egipcia, por decirlo así.

-¿Hay maldición con el cine de Egipto?

-Es una interesante forma de decirlo. Pero, como todas las maldiciones, es falsa. El pobre Tutankhamón no fue responsable de una supuesta maldición que cayó sobre los descubridores de su tumba, y tampoco es culpable de la poca suerte que Egipto ha tenido con el cine. La civilización egipcia es al cine lo que el Atlético de Madrid es al fútbol: más afición que títulos.

-¿Una escena de amor?

-No sé si es exactamente una escena de amor, pero mi favorita es la escena en la que Nefertari besa a Ramsés en «Los Diez Mandamientos» y, después, le dice: «Para que pruebes a qué sabe lo que no has de tener jamás». Tremendo.

-¿Más drama y épica en el cine sobre Egipto que comedia?

-Hay alguna comedia con Cleopatra, como la protagonizada por Sofía Loren en «Noches de Cleopatra» o por Monica Belucci en «Astérix y Obélix: misión Cleopatra». Pero es cierto que el cine ambientado en el antiguo Egipto es más dramático y épico que cómico, como lo es el cine ambientado en la antigua Grecia, la antigua Roma o la Edad Media. Será que la Historia es más dramática que cómica.