Las Palmas de Gran Canaria,

A. ZABALETA

Tras muchas y complicadas negociaciones, Carmen Negrín ha dado el visto bueno para que los archivos de su abuelo viajen a Canarias. Un viejo sueño que se hace realidad y del que se siente orgullosa.

-¿Por qué quería usted que esta documentación estuviera aquí? ¿Era voluntad de su abuelo?

-No. Decidí que era hora de que los españoles conocieran la historia de Juan Negrín. Tenía estos archivos en París. Hemos discutido muchos años, porque la condición principal para traerlos era que todo estuviera antes copiado y catalogado, tener yo misma una copia y otra copia en los archivos franceses, porque legalmente son archivos privados franceses. Ahora estamos terminando el primer catálogo y el escaneado de los documentos.

-¿Y cree que estos archivos servirán para cambiar la opinión de los españoles sobre su abuelo?

-Quiero que se conozca la figura de mi abuelo, lo que él trató de hacer y lo que significó la II República. Por lo menos quiero ayudar a ese proceso.

-¿Vamos a encontrar algo novedoso o los archivos de Juan Negrín han sido totalmente explotados por los historiadores que han estudiado su trayectoria en estas últimas décadas?

-Yo he dado acceso a esos archivos a gente como Gabriel Jackson o Ángel Viñas. Ellos han visto un poco y han escrito usando el archivo. Puede haber más cosas pero, más que sorpresas, yo creo que el acceso a estos papeles permitirá confirmar lo que algunos ya sabían y otros no querían saber; por ejemplo, toda la cuestión del oro de Moscú. En estos archivos están los recibos, en qué se gastó el oro, el decreto dando las instrucciones para mandarlo a Rusia, lo cual quiere decir que hubo una reunión del Congreso y que Indalecio Prieto tenía que estar, si no presente, al menos al corriente, a pesar de lo que escribió en sus memorias.

-¿Por qué tanto tiempo para conseguir que la documentación de su abuelo pueda llegar a España? ¿Faltaba voluntad política?

-Son años de discutir, negociar, trabajar... Todo esto implica, además, que tiene que haber fondos para traerlos y mucha buena voluntad. Y no siempre ha habido esa buena voluntad.