Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

La nieta de Juan Negrín, Carmen, firmó esta semana el convenio de cesión al Cabildo canario del archivo del último presidente de la República. El legado de Juan Negrín, fisiólogo grancanario, contiene más de 200.000 documentos, actas ministeriales, correspondencia oficial, partes militares y cartas personales, y entre ellas está la que el catedrático de Bioquímica asturiano y premio Nobel Severo Ochoa le envío en 1937 pidiéndole ayuda para salir de España.

Sergio Millares, asesor de la Fundación Juan Negrín y uno de los mejores conocedores del archivo, ha tenido en sus manos ese escrito. «A pesar del distanciamiento que existía entre ellos, Ochoa se dirige a Negrín pidiéndole ayuda, solicitándole un pasaporte, y Negrín le ayuda», cuenta. El distanciamiento al que se refiere Millares estuvo causado por la oposición a una cátedra de la Universidad de Santiago de Compostela a la que Negrín animó a presentarse a Severo Ochoa, por entonces ya un reputado científico. «Ochoa no sacó la cátedra y siempre culpó de aquello a Negrín, que estaba en el tribunal», refiere Millares.

Ese incidente fue bien conocido y aparece recogido en diversos libros y biografías. Millares exculpa al político canario. «Él estaba en Madrid y podía influir en la decisión, pero la escuela catalana, que también estaba representada en el tribunal, también era determinante en la administración de las cátedras». Ochoa tardó en asumir aquel fracaso y rompió la relación con su amigo Juan Negrín.

De aquel episodio no hay constancia alguna en el archivo del presidente. «No hay nada, porque el archivo comienza en el 36», observa Millares. Es al año siguiente, en 1937, cuando en vista de las circunstancias Ochoa se ve obligado a recurrir a su antiguo amigo. Él atiende su petición y el bioquímico asturiano sale hacia América, allí se reencontrarán ambos profesores en 1945, con motivo de un viaje de Juan Negrín. «Fue la gran reconciliación», según el historiador.

El pasado jueves, en la Casa de Colón de las Palmas, en el acto en que se formalizó la cesión del archivo, que salió de España en 1939 y que Negrín custodió en su casa de París, su nieta manifestó su confianza en que su regreso «sirva para la reconciliación». «España tiene que tener su pasado en las manos, tiene que poder juzgar ella misma y ser libre de juzgar, con hechos y documentos», dijo, y comparó la peripecia de ida y vuelta de estos documentos con «el recorrido que han hecho muchas familias exiliadas. Han salido del país, nunca se sabrá exactamente cómo, se han preservado, han sobrevivido a la II Guerra Mundial, no han caído en manos de los alemanes?».

El archivo del presidente de la República en el exilio es fundamental, subraya Sergio Millares, para entender el desarrollo de la Guerra Civil, con generosa información sobre los acontecimientos en el frente Norte. «Muestra las tensiones en el Gobierno republicano con la caída del Norte, hay cartas de Asturias, de gente del País Vasco, pidiendo ayuda de forma dramática; documenta los intentos de Negrín, como ministro de Hacienda, de conseguir fondos para sostener el frente, y refleja la desesperación e impotencia ante lo que se avecinaba», refiere el historiador. «En ese archivo está el día a día de la guerra», subraya.

Millares anima a los investigadores a bucear en él, «uno de los más importantes de la historia contemporánea española». Ángel Viñas, Gabriel Jackson, Enrique Moradiellos y Ricardo Moradiellos lo han hecho ya, pero, según el profesor grancanario, no se ha acometido aún ningún estudio sobre temas asturianos.

En abril del año que viene, apunta, los documentos podrán consultarse en la Casa de Reclutas de Las Palmas, rehabilitada expresamente con ese fin, pero la Fundación Juan Negrín atiende ya las peticiones de los estudiosos a través de su página web.