Oviedo, Pablo GALLEGO

A falta de dos minutos para las diez menos diez de la noche, Maximiano Valdés bajó los brazos. El director de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) cerraba la «Sinfonía n.º 5» de Chaikovski. Y con ella, la temporada de la orquesta y dieciséis años de trabajo con la Sinfónica del Principado. «La pasión y la música nos llevan a un conocimiento profundo que no pertenece a la razón, y eso lo aprendí en Asturias», aseguró el maestro chileno. El público, que casi llenó el Auditorio de Oviedo, le respondió con una larga ovación y la mayoría de los aficionados en pie.

Los abonados y aficionados a la OSPA le agradecieron así sus dieciséis años de dedicación a una orquesta que, como Valdés señaló, «seguirá adelante gracias a los músicos que la componen». El director, que destacó la importancia de la música como «valor inalterable del ser humano», deja la OSPA en manos de su actual gerente, Ana Mateo. «Lo hará muy bien, porque ya lo ha hecho», afirmó el maestro, que rememoró de forma especial a Inmaculada Quintanal: «Por ella estoy aquí y a ella se le deben los cimientos de esta orquesta».

Pero la despedida de Valdés como director titular de la OSPA comenzó casi dos horas antes. El aplauso que recibió al director, poco después de las ocho de la tarde y que suele ser de mera cortesía, sonó ayer más intenso. Después comenzó la música. Según afirmó el director, «la razón por la que los músicos estamos aquí». Para su despedida, Valdés eligió dos obras para lucimiento de la OSPA y que marcaron los inicios de la orquesta. La semilla que fructificó en dieciséis años de trabajo. Primero, la «Sinfonía n.º 5» de Beethoven. Después, la de Chaikovski.

El concertino de la OSPA Alexandre Vasiliev se dirigió al maestro en nombre de los músicos. «El maestro nació en Chile», explicó, «pero se ha convertido en un director asturiano». Tras dieciséis años de trabajo y «noches sin dormir», Valdés deja como regalo una Sinfónica «para todos los asturianos». En el adiós, Maximiano Valdés dedicó un emocionado «¡Viva Asturias!» a todo el Auditorio. Amigos, colaboradores e instituciones le sorprendieron después con una cena sorpresa en el escenario del Auditorio.