Madrid, Modem Press

Joan Meçot, en su libro de contabilidad, en el que reflejaba sus actividades económicas durante la segunda mitad del siglo XVI en su Almonacid de la Sierra natal, y junto a continuas advocaciones a Alá, reflejó la deuda que contrajeron él y sus hermanos, Francisco y Girónimo, con la iglesia católica «para en descargo de las almas de nuesos padres». Y es que, como explica Juan Carlos Villaverde, profesor de árabe de la Universidad de Oviedo, «ahora que tan en boga está la llamada Alianza de Civilizaciones, pues bien, nunca en la historia estuvieron tan entrelazados e interrelacionados lo español y lo islámico como en la producción textual de los moriscos, principalmente de Aragón y de Castilla, que eran aquellos moriscos que habían olvidado la lengua árabe y compartían la lengua con los cristianos, pero mantuvieron, incluso después de los decretos de conversión obligatoria, la religión islámica».

Los moriscos, que oficialmente eran cristianos, en la práctica sólo eran cristianos de puertas para afuera, pero islámicos de puertas para adentro, «lo que refleja muy bien el manuscrito de Joan Meçot».

«Estas manifestaciones de criptoislam», continúa el profesor de la Universidad de Oviedo, «están permanentemente presentes» en la exposición «Memoria de los moriscos. Escritos y relatos de una diáspora cultural», que se inauguró ayer en la Biblioteca Nacional dentro de los actos del IV Centenario de la expulsión de los moriscos, ordenada por Felipe III en 1609, y que hizo abandonar España a cerca de 300.000 moriscos hasta 1614.

Recetas para curar el dolor de cabeza, conjuros para enamorar, manuscritos del Corán y comentarios del libro sagrado del Islam, leyes musulmanas de la vida cotidiana, fábulas de princesas con las manos cortadas... Los testimonios, en fin, escritos y gráficos, que los musulmanes españoles dejaron escondidos en sus casas cuando tuvieron que abandonar España o fueron secuestrados por la Inquisición.

Entre el centenar de piezas que recoge la muestra hay escritos fundamentalmente religiosos, pero también literarios, poesía, libros de medicina, de magia, de prácticas adivinatorias... Un compendio que abarca la cultura morisca en unos textos escritos en romance, pero con grafía árabe. La llamada «escritura aljamiada», del árabe «aljamí», extranjero.

Antes de su diáspora, los moriscos dejaron ocultos todos estos manuscritos entre los muros de sus casas, particularmente en el aragonés valle río del Jalón, envueltos en paños de lino, con piedras de sal para evitar la humedad... Cuando estos textos moriscos fueron descubiertos, sobre todo al derribar casas antiguas, parecían escritos en árabe, pero no era árabe, y cuando los primeros arabistas se enfrentaron a ellos pensaron que estaban escritos en turco o en alguna lengua africana. Sólo mucho más tarde descubrieron que estaban en lengua castellana, pero escritos con letras árabes que transcribían el sonido de la lengua castellana.

La exposición, comisariada por Alfredo Mateos, cuanta con la asesoría científica de Juan Carlos Villaverde, y fue inaugurada por la Subsecretaria de Cultura.