La Quincena Musical de San Sebastián mantiene, pese a la crisis, una más que notable programación en esta edición que se abrió el siete de agosto y se cerrará el próximo mes de septiembre. Hace tiempo que el festival pasó a durar cerca de un mes y que permite a San Sebastián liderar, junto a Santander, la oferta musical española durante el mes de agosto. La Quincena ha tenido siempre una personalidad muy marcada que se ha plasmado en una programación cuidada y con gran equilibrio, tanto en el ámbito sinfónico como en el lírico o en el de la música de cámara. La Quincena explora todos los estilos y tendencias y ha conseguido una fidelidad asombrosa por parte del público, un hecho verdaderamente destacable en momentos de dificultades económicas. Otro aspecto que llama la atención del ciclo donostiarra es la capacidad de mantener el nivel pese a los altibajos de los factores externos. Una calidad que ha venido posibilitada por una dirección artística inteligente y que ha podido actuar en el tiempo con libertad y por una clase política que ha dejado hacer estableciendo un rigor presupuestario pero enarbolando la Quincena como uno de los principales alicientes culturales de San Sebastián, al nivel de los festivales de cine o de jazz. La financiación es clave y a ella contribuyen diferentes instituciones, el Ayuntamiento de San Sebastián, la Diputación Foral de Guipúzcoa, el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura, además de un nutrido grupo de empresas privadas.

La Quincena ha programado ochenta conciertos repartidos en diez ciclos que tienen como eje San Sebastián pero que extienden su actividad al conjunto de Guipúzcoa. La música rusa es el eje temático que marca la programación y lo hace de manera intensiva en cada programa, bien por las obras elegidas o por los intérpretes y formaciones. El punto de partida tuvo lugar con los tres conciertos de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky con su titular Valery Gergiev. Obras de Stravinsky, Schedrin o Sibelius dejaron paso a otro concierto con la orquesta rusa y el Orfeón Donostiarra para interpretar «Romeo y Julieta» de Berlioz. Dos han sido los conciertos que en San Sebastián ofreció la Filarmónica de Liverpool con Petrenko a la batuta, mientras que la Nacional de Rusia -con Mikhail Pletnev en la dirección, si sus problemas con la justicia lo permiten- interpretará este fin de semana obras de Golovanov, Shostakovich, Rimsky-Korsakov o Rachmaninov. «Boris Godunov» llegará al Kursaal en la versión del siempre interesante y polémico Dimitri Bertman con la orquesta y coro de su teatro, el Helikon de Moscú, agrupación muy interesante y que siempre llama la atención por la audacia de sus propuestas escénicas.

El universo cultural ruso estará presente también a través de la danza. Los Ballets de Montecarlo se centrarán en un homenaje a los célebres Ballets Rusos con obras como «La consagración de la primavera» o «Scheherezade». En las sesiones de clausura la Sinfónica de Euskadi y la Coral Andra Mari, bajo la dirección de Andrés Orozco-Estrada, preparan un monográfico Rachmaninov con la «Cantata Spring op. 20» y la «Sinfonía número 2» mientras que La Orquesta del Capitole de Toulouse, el Orfeón Donostiarra y la contralto Ewa Podles bajarán el telón con un programa contundente «Alexander Nevsky» de Prokofiev y la «Quinta Sinfonía» de Chaikovski. Estas actividades tendrán al Auditorio Kursaal como escenario. Comparte protagonismo otro escenario emblemático, el teatro Victoria Eugenia destinado a recitales como los de los pianistas Elisabeth Leonskaja o Rafal Blechacz, el Cuarteto de Tokio, o los cantantes Ewa Podles, Ian Bostridge y Angelika Kirchschlager.

En pleno año santo jacobeo se realizará un itinerario musical por las localidades que vertebran el Camino Norte. Al igual que en Santander se estrenarán varias composiciones camerísticas que convivirán con ciclos de enorme arraigo como el de música antigua, el del Chillida-Leku, el de jóvenes intérpretes o el de órgano.