Arquitectos

Gijón, Miriam SUÁREZ

Víctor Longo (Chiapas, 1971) y Ester Roldán (Palencia, 1976) se conocieron en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid. Los dos se habían criado en Gijón y a Gijón volvieron cuando llegó el momento de crecer a nivel profesional. Forman equipo desde hace 10 años y, en su carrera, ya brillan unas cuantas distinciones. Su estudio mira hacia el puerto, de donde les llegó su primera gran oportunidad.

-¿Qué se encuentra un arquitecto cuando empieza?

-Nosotros arrancamos a través de concursos. A veces la Administración es reacia a confiar tal edificio a la gente joven. No se dan cuenta de que, en los trabajos grandes, vas rodeado de un equipo; careces de experiencia, pero aportas ideas, frescura, entusiasmo. De esos primeros encargos depende en gran medida el resto de tu carrera, así que somos los más interesados en que queden bien. ¿Por qué tanto miedo?

-¿En los concursos no exigen años de experiencia?

-Hay muchos a los que no nos podemos presentar porque nos piden que avalemos nuestra solvencia profesional. Más que los años de experiencia valoran que tengas un volumen de obra de tantos millones. Al final, el trabajo recae en cuatro grupos fuertes.

-¿Los números, entonces, priman sobre el talento?

-Cada vez sacan menos concursos de ideas, que son anónimos, y se centran más en este tipo de cosas. Algunos sólo te piden la oferta económica y valoran la más barata.

-¿Afecta eso a la calidad?

-La profesión tiene un problema serio. La gente, como hay poco trabajo, se presenta a los concursos con bajadas del 50 por ciento en sus honorarios. La competencia de precios es tan bestial que se está olvidando la calidad. Un profesional puede trabajar barato y hacer un magnífico proyecto. Pero, si lo único que valoras es la oferta económica, no sabes si detrás hay un buen proyecto o no.

-¿Y las obras que salen por un ojo de la cara?

-Para las obras más mediáticas se contrata a arquitectos estrella, con los que no creo que escatimen honorarios. Y luego hay obras pequeñas muy interesantes, que se entregan casi por subasta. La Administración empieza a tratarnos más como un suministro que como un servicio.

-¿Qué opinan de que se busque arquitectos fuera de casa para los grandes proyectos?

-Si tú organizas un buen concurso, con unos buenos premios y un buen jurado, tienes prácticamente garantizado el resultado. Un buen modelo es el concurso restringido, porque te aseguras la firma y también puedes valorar el proyecto. El jurado, en cualquier caso, es vital. Si las personas que tienen que decidir no están capacitadas, no vas a ningún lado.

-¿Eso ocurre con frecuencia?

-Hay concursos de arquitectura donde la mayoría de los integrantes del jurado no son arquitectos.

-¿Se puede mantener la ilusión con este panorama?

-Es difícil mantener la intensidad cuando recibes reveses y pierdes concursos por no rebajar tus honorarios o el tiempo de ejecución, aunque tu proyecto sea el más valorado arquitectónicamente. Si no te dejan, nunca podrás adquirir experiencia ni solvencia profesional. Y eso que nosotros hemos tenido mucha suerte.

-Hagan balance de la arquitectura asturiana.

-Ha mejorado mucho a nivel de obra contemporánea. Si repasas el catálogo de los premios «Asturias», se aprecia claramente. Los clientes se van animando a hacer cosas distintas. Nosotros tenemos muchos libros en el estudio, para que vean ejemplos de arquitectura, porque no se puede demandar lo que no se conoce. Hay quien nos dice que no se imaginaba viviendo en una casa así; pensaban que iba a salir más cara o que tenían que llevar una vida de Hollywood.

-¿Lo creativo y vanguardista no se pasa a veces de vueltas?

-Suele confundirse lo espectacular con lo moderno, quizá porque vivimos en una época muy mediática y la arquitectura se ha sumado a esa tendencia. Nosotros procuramos experimentar siempre. Habrá veces que no acertemos, pero, respetando el entorno y la escala, creemos que hay que arriesgar para evolucionar.

-¿Son partidarios de edificar en altura?

-Depende de dónde. La torre prevista en la Ería del Piles, por ejemplo, nos resulta excesiva, independientemente del proyecto, que ahí no entramos; frente al terror del Muro, la Ería es un respiro visual y consideramos que debería mantenerse la tipología de baja densidad. Sin embargo, vemos bien que haya torres en la zona de las vías.

-La arquitectura y el urbanismo, primos hermanos.

-Nosotros somos urbanistas de especialidad, aunque finalmente nos hayamos dedicado a la edificación. En urbanismo hay demasiados intereses, y no siempre los puramente técnicos o paisajísticos. Es un mercado que movió mucho dinero.

-¿Cómo está la situación?

-En los años de bonanza éramos una profesión sin paro y proliferaron las escuelas de arquitectura privadas. Hoy, en Asturias hay 850 arquitectos colegiados en activo, la mitad con menos de diez años de colegiación.

«En Gijón, frente al terror del Muro, la Ería es un respiro visual y debería mantenerse la tipología de baja densidad»