Oviedo, Eduardo GARCÍA

Tienen por el momento nombre de código, pero puede que algún día haya que bautizarlas con un nombre más común. Son las moléculas EC-70124 y EC-8042 las elegidas por los investigadores de la empresa biotecnológica asturiana Entrechem, S. L. para proseguir con su desarrollo regulatorio. En principio han presentado muy buenas cualidades frente a tumores sólidos como pueden ser el melanoma y el cáncer de colon.

Han sido esas potencialidades las que impulsaron a tres potentes empresas asturianas, Química del Nalón, el Grupo Alvargonzález y la familia Fernández, propietaria de Alimerka, a unirse al proyecto en calidad de inversores privados. Entrechem acaba de lograr, asimismo, un reconocimiento muy especial, sobre todo en tiempos de crisis, por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que aporta 658.000 euros con cargo a su programa «Neotec-2», destinado a la consolidación de empresas innovadoras de base tecnológica en España.

La presencia de los nuevos inversores fue dada a conocer ayer en una nota por parte de Entrechem. A juicio del director gerente de la «spin-off», Francisco Morís Varas, los nuevos socios son indispensables para proseguir las investigaciones. «Sin estas empresas no era posible avanzar. Entramos en fases de trabajo donde ya se habla de cientos de miles de euros. La ayuda privada también impulsa los fondos que llegan de los estamentos públicos».

La línea de investigación resulta apasionante. Lo que se está haciendo es desarrollar medicamentos experimentales, que quizá un día puedan llegar al mercado. Se parte de las dos moléculas citadas y aunque la empresa es muy joven se han dado pasos objetivamente muy positivos. Primero, en el tubo de ensayo; más tarde, con ratones. Ambas fases están cumplidas. Los siguientes pasos, siguiendo un protocolo muy conocido, es con animales más complejos y, finalmente, con humanos voluntarios. «El objetivo es que en un plazo de dos años tengamos los permisos necesarios para probar los fármacos con pacientes. Pero incluso en esa fase seguirían siendo compuestos experimentales», explicó Francisco Morís.

A Industrial Química del Nalón, el Grupo Alvargonzález y Alimerka se han unido otros inversores locales a título particular, como Pablo Sotorrío o Arturo Rodríguez Valle. Los 658.000 euros que llegan del Ministerio de Ciencia de Cristina Garmendia son el premio a haber superado con notable éxito el programa «Neotec», por el que en su momento la «spin-off» asturiana ya había conseguido cerca de cuatrocientos mil euros. Tras la evaluación pertinente, llega esta segunda subvención. Fuentes de Entrechem recordaban ayer que se trata de la única empresa que ha conseguido completar el programa «Neotec» hasta la fecha en Asturias.

Se esperan, asimismo, algunas subvenciones complementarias de la Unión Europea, que no han sido concretadas. Con todos los fondos en cartera se llegará a unos dos millones de euros, una cantidad que se presume suficiente para proseguir «una investigación que estamos convencidos de que merece la pena. Los resultados han sido muy buenos en las pruebas de concepto en animales a los que se les ha implantado un tumor humano», dice el director de Entrechem (en algunos casos los fármacos han reducido el tumor y en otros incluso lo ha destruido).

La empresa asturiana cuenta con una plantilla profesional de ocho personas, que pronto -en apenas un par de meses- se convertirán en once. Sus fundadores cuentan además con firmas investigadoras de amplio prestigio, como Miguel Ferrero, del departamento de Química Orgánica e Inorgánica, y de la microbióloga Carmen Méndez, quien calificó ayer de «buena noticia» la presencia de nuevos inversores en un proyecto científico que crece pero que sigue manteniendo un capital cien por ciento asturiano. La presencia de nuevos socios no impide que los fundadores de la empresa mantengan el control de la misma.

Sus promotores no tienen intención de abandonar ese fértil vivero investigador que es el edificio Severo Ochoa, en el Cristo, convertido en toda una incubadora de «spin-off» tecnológicas. «Es una sede muy bien equipada, con un animalario homologado y un ambiente de trabajo muy válido», añade Francisco Morís.

«No nos vamos a engañar, investigar es caro» reconocía el propio Morís, gijonés de 43 años, a LA NUEVA ESPAÑA en diciembre de 2008. La empresa buscaba ya financiación para el desarrollo de los fármacos que ahora, casi dos años más tarde, parecen mucho más al alcance. Primero porque se ha avanzado en la investigación, y segundo porque la financiación ha llegado y mediante fórmula mixta, pública y privada, que es la más ansiada. Si todo va bien -inmejorablemente bien- la EC-70124 y la EC-8042 se convertirán un día en fármacos con todas las de la ley. Pero eso será dentro de varios años.