La Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) clausuró su pretemporada con un concierto singular en la escena musical asturiana, alrededor de la obra de Stravinsky. En el concierto del pasado viernes, la OSPA, con el Coro «El León de Oro», presentó en el auditorio ovetense obras neoclásicas del compositor ruso a través de una labor instructiva en la que pasado y presente musical se articularon con la mirada puesta en el futuro. Una velada cuyo sentido refleja, al mismo tiempo, el momento que atraviesa la OSPA, que conoció a otro candidato para ocupar su dirección titular, Paul Goodwin.

Está claro que Goodwin apuesta por un proyecto en el que confía y considera sólido. El director inglés se presentó ante la OSPA de forma inteligente, con un programa que incluyó diferentes formatos, y que hizo coincidir los intereses del director con necesidades que se han de imponer cada vez con mayor fuerza en los escenarios asturianos, como el repertorio de música antigua y contemporánea. Parece evidente que Goodwin puede aportar sabia nueva para expandir los límites de un proyecto que, por otro lado, experimentará un empuje importante con el concierto que en noviembre de 2011 la OSPA interpretará en el Vaticano. Estamos de enhorabuena.

En esta ocasión, la OSPA presentó al público ovetense el «Concierto Dumbarton Oaks», en el que Stravinsky reelabora la idea del «concerto grosso» barroco desde una óptica moderna. De la mano de Goodwin, la OSPA defendió con claridad la estructura polifónica de la obra, a través de una cuerda equilibrada en la base y grandes protagonistas en el viento madera de la OSPA. La obra de Stravinsky la introdujo, por relación directa, el tercer concierto de Brandemburgo de Bach, que incluyó la revisión que Bach realizó del primer «Allegro» para la sinfonía de su cantata BWV 174. No obstante, la interpretación del último movimiento del concierto resultó más sólida en la orquesta.

El Coro «León de Oro» se ha convertido, al fin, en una formación indispensable en las programaciones musicales. La formación se supera en cada una de sus apariciones, con un trabajo que guía Marco Antonio García de Paz. En esta ocasión, en su interpretación de los madrigales de Gesualdo de Venosa que basaron el «Monumentum» al compositor italiano que escribió Stravinsky, los «Leones» llevaron a cabo un trabajo vocal de altos vuelos, muy respetuoso con la partitura original. El coro solventó con gran madurez el ambicioso movimiento de las voces, con complejas relaciones armónicas y rítmicas, de valor descriptivo. Por su parte, la OSPA, que se alternó con el coro en la interpretación, cuidó la instrumentación de los madrigales realizada por Stravinsky con influencias expresionistas.

La «Pulcinella» de Stravinsky ocupó la segunda parte, escuchándose por primera vez en Oviedo íntegra y con partes vocales esta obra, con la que se volvió a la tradición italiana. La orquesta hizo de nuevo gala de su flexibilidad en una obra con especial inventiva tímbrica y rítmica. Desde el podio, Goodwin se mostró exigente con la heterogeneidad de elementos que presenta la obra, que contó con una selección equilibrada de voces solistas, como Johannette Zomer, Agustín Prunell-Friend y Joseph Miquel Ramón mostraron en los números de conjunto, aunque discreta en su hacer individual.