Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

El paciente llamó a su médico. La conversación se desarrolló, poco más o menos, del siguiente modo.

-Mañana no puedo ir a la sesión de diálisis.

-¿Por qué?

-Porque mañana van a matar a tiros a mi donante, así que, tengo que volar esta noche para que me hagan el trasplante.

Ésta historia, en la que la realidad supera con creces a la ficción, fue referida ayer en Oviedo por Jeremy Chapman, ex presidente de The Transplantation Society (TTS), la entidad que junto con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) española recibirá hoy el premio «Príncipe de Asturias» de Cooperación Internacional. Chapman, australiano y presidente de TTS en el momento de la concesión del galardón, precisó que este espantoso suceso tuvo como protagonista pasivo a un médico que trabajaba en China.

La lucha contra el turismo de trasplantes y el tráfico de órganos fue uno de los argumentos aducidos por el jurado del galardón para otorgar el premio «Príncipe» a las dos organizaciones citadas. Los responsables de TTS consideran que en los últimos años ha decrecido la incidencia de estas prácticas delictivas. Estiman que si hace unos años podían suponer el 10 por ciento de la actividad trasplantadora, en el momento actual representan alrededor del 1 por ciento. El negocio, desde luego, es lucrativo, según el doctor Chapman.

-¿Cuanto puede ganar un intermediario?

-Demasiado. Depende de dónde hablemos. Hemos oído de casos en China de una oferta en la que se pedía un millón de dólares. En Filipinas, tal vez 3.000 dólares. El intermediario se queda con la mayor parte de ese dinero. Hay en Manila un barrio de chabolas en el que la única casa de ladrillo es propiedad de un hombre que vendió su propio riñón y que después se convirtió en «broker» para que los demás vecinos también vendiesen uno de sus riñones.

¿Cuál es el perfil del donante, de la persona dispuesta a ceder por dinero un riñón? El anterior presidente de The Transplantation Society cita varios prototipos posibles: un prisionero a punto de ser ejecutado en China, alguien muy pobre que trabaja prácticamente en régimen de esclavitud, un ciudadano palestino, un refugiado de un genocidio de África, alguien que pierde todo lo que tenía en un tsunami en el sur de la India y decide vender un riñón para empezar de nuevo la vida. «Los pobres son los vulnerables», resume Chapman.

Países como China, Pakistán, Egipto o Perú son algunas de las mecas del tráfico de órganos. Lo mismo puede decirse de algunas zonas de la India. «La situación en Filipinas es poco estable. Hay un ministro nuevo que fue cirujano de trasplantes y tememos que quiera abrir las puertas a los trasplantes remunerados para extranjeros», relata el presidente de TTS.

Según Chapman, en todo el mundo se realizan anualmente unos 100.000 trasplantes. «De algunos países tenemos datos exactos, pero de otros no sabemos ni el número de trasplantes ni el éxito que han tenido», indica el médico australiano, que enfatiza la «gran necesidad de un registro mundial que englobe todos los trasplantes que se hacen». La mayoría de esas intervenciones se llevan a cabo en América del Norte, y el segundo gran ámbito de actividad es Europa. Las cifras en Asia y en Sudamérica son bajas, aunque estas zonas están registrando el mayor incremento de todo el planeta.

En África se practican trasplantes de órganos, pero en muy pocos países y con cifras muy reducidas. Sudáfrica, Túnez y Egipto registran actividad trasplantadora, y también Ghana y Nigeria en casos contados. «Estamos enfocando nuestro trabajo a África y queremos asegurar que se desarrollan los trabajos de trasplante de forma ética y apropiada», subraya el máximo responsable de TTS, quien refiere otro de esos sucedidos espeluznantes que pueblan la faz de la tierra. «A un hospital privado de un país africano fue una organización a ofrecerles la posibilidad de empezar con técnicas de trasplante, y todo les pareció muy bien hasta que se dieron cuenta de que lo que proponía esa organización era que los donantes fuesen de África y los receptores de otros países».

El elevado grado de desarrollo de un país no acarrea, necesariamente, una abundante actividad trasplantadora. «Hay países, como el mío, Australia, que aunque tienen buenos sistemas sanitarios registran cifras bajas de donación. Lo que ha hecho el Gobierno de Australia es invertir mucho dinero en crear un organismo equivalente a la Organización Nacional de Trasplantes de España», señaló el ex presidente de TTS.

Chapman aludió a prácticas médicas que dificultan la obtención de órganos. Y, como contrapunto, a la eficacia del modelo español. «En España se hace todo lo posible para que todo donante potencial esté registrado como tal. Y una vez registrado, para crear la oportunidad de donar en todos los casos posibles. España es muy buena en eso y en Australia estamos aprendiendo a mejorar. Hay países, caso de Australia, en los que se retira el tratamiento a pacientes que, por ejemplo, a causa de un daño cerebral muy extenso, se sabe que van a morir. En esos países hay menos pacientes en cuidados intensivos».