Londres / Oviedo, Agencias /E. F.-P.

El alcohol es más dañino que la heroína y el crack, según un estudio publicado ayer en la revista médica «The Lancet». Sus autores han llegado a esa conclusión después de haber considerado tanto el deterioro físico y psicológico del consumidor como el perjuicio a las personas de su entorno, incluso los gastos sanitarios que ocasiona. El informe ha sido elaborado por dos ex asesores del Gobierno británico, David Nutt y Leslie King, y servirá para configurar las políticas estatales para paliar el impacto social de las sustancias adictivas, entre las que se incluyó también el tabaco.

Nutt y King subrayan que el alcohol, además de ser la droga más perjudicial en términos generales, es casi tres veces más dañina que la cocaína y el tabaco.

Nueve de los criterios empleados en su estudio están relacionados con el daño que una droga causa en el individuo y otros siete con los daños causados a otros, y todos ellos fueron divididos en cinco subgrupos referidos a los daños físicos, psicológicos y sociales. Las sustancias fueron valoradas del 0 al 100, siendo 100 el nivel máximo de daño causado en cada criterio específico.

Las nueve categorías de daño al individuo fueron: mortalidad por causa directa del consumo, mortalidad derivada del consumo, daño directo por causa del consumo, daño derivado del consumo, dependencia, discapacidad mental a causa del consumo, pérdida de capacidades de la percepción, daño a las relaciones personales y lesiones.

Las siete categorías de perjuicios a los demás fueron: crimen, conflicto familiar, daño al entorno cercano, daño al conjunto de la sociedad, coste económico y deterioro de la cohesión comunitaria. Teniendo todas estas cuestiones en cuenta, el alcohol obtuvo una puntuación de 72, seguido de la heroína (55) y el crack (54).

El resto de drogas fueron: metanfetamina en cristal (33), cocaína (27), tabaco (26), anfetaminas (23), cannabis (20), ácido gama-hidroxibutírico (18), benzodiazepinas (15), quetamina (15), metadona (14), mefedrona (13), butano (10), khat (9), éxtasis (9), esteroides anabolizantes (9), LSD (7), buprenorfina (6) y setas alucinógenas (5).

Los autores indicaron que la heroína, el crack y la metanfetamina en cristal fueron las sustancias más dañinas para el individuo que las toma, mientras que el alcohol, la heroína y el crack lideraron la lista de las más perjudiciales para el entorno directo.

También llamaron la atención sobre la circunstancia de que dos drogas legales -alcohol y tabaco- estén en la parte alta de la tabla de sustancias nocivas, lo que indica que «las drogas legales causan al menos tanto daño como las ilegales».

El profesor Nutt, que dimitió hace unos meses de su cargo de asesor del Gobierno británico en cuestiones de drogodependencia después de haber sostenido que consumir éxtasis es menos peligroso que montar a caballo, defendió el sistema de clasificación de las drogas e insistió en que es el más preciso que se conoce hasta ahora.

Ambos autores destacaron el hecho de que sus conclusiones respaldan las de trabajos previos realizados en el Reino Unido y Holanda, «confirmando que el actual sistema de clasificación de las drogas no se corresponde con las pruebas acerca del daño que causan». «También coinciden con la conclusiones de anteriores informes de expertos acerca de que afrontar de manera decidida los perjuicios derivados del alcohol es una estrategia de salud pública válida y necesaria», concluyeron.

Determinar los criterios de clasificación no ha sido fácil, dado el amplio abanico de efectos dañinos que pueden tener las drogas en el consumidor y en su entorno, explican los autores en el prólogo de la investigación.

Un estudio previo dirigido por Nutt en el año 2007 ya causó controversia al establecer nueve criterios principales de daño, desde el mal intrínseco de las drogas a los costes sanitarios que genera, cada uno de ellos con un mismo peso valorativo en la evaluación final. Para mejorar el resultado, este estudio ha empleado el denominado «Análisis de decisión multicriterio», una técnica que ya ha sido empleada con éxito en anteriores ocasiones para asesorar a las autoridades en cuestiones como el almacenamiento de residuos nucleares.