Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

El ictus, la segunda enfermedad que más muertes origina en España, dispone desde el pasado 4 de octubre de un dispositivo de atención específica en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La nueva unidad fue presentada ayer. Según las previsiones iniciales, atenderá a unos 1.500 pacientes al año. Sus responsables aspiran a reducir la tasa de mortalidad en un 15 por ciento, así como a acortar el número de días de ingreso y a disminuir las secuelas discapacitantes en el momento del alta.

«Hoy es un día importante: esta unidad supone un avance que llevábamos reivindicando desde hace mucho tiempo», afirmó Katia Sánchez, responsable de la Asociación de Ictus del Principado de Asturias (Adipa), una entidad sin ánimo de lucro dedicada al apoyo y asesoramiento a las personas afectadas de ictus, a sus familiares y a los profesionales involucrados en su asistencia.

El ictus es un accidente cerebro-vascular que consiste en la rotura o taponamiento de los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. También es conocido como embolia o trombosis. Afecta cada año en España a unas 125.000 personas, de las cuales en torno a 80.000 fallecen o quedan discapacitadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) vaticina un incremento del 27 por ciento en la incidencia del ictus durante los próximos 15 años en todo el planeta. Los datos de la OMS son demoledores: las enfermedades cerebrovasculares agudas representan la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera de discapacidad física en las personas adultas y la segunda de demencia.

Los ictus son la principal causa de mortalidad en mujeres en Asturias. Katia Sánchez destaca que la elevada cifra de enfermos que atiende el HUCA hacía «imprescindible» la entrada en servicio de una unidad especializada que se sumara a la que ya funciona en el Hospital de Cabueñes, en Gijón. «Desde el 4 de octubre ya ha atendido 67 a pacientes», indicó la portavoz de Adipa.

El accidente cerebrovascular genera una súbita disfunción neurológica: parálisis y trastorno del lenguaje o de la sensibilidad, entre otras manifestaciones posibles. Los especialistas subrayaron que este tipo de síntomas convierten en decisiva una atención precoz y especializada, que permita desobstruir la arteria taponada. O, en el caso de que esto no fuera posible, que al menos posibilite optimizar la situación general del paciente de modo que el sufrimiento cerebral se minimice.

En el ictus isquémico derivado de una obstrucción arterial, el tratamiento más importante en la fase aguda es la fibrinolisis. «En condiciones óptimas, los pacientes deben ser monitorizados durante las primeras 24-48 horas de evolución de la enfermedad para asegurar que toda una serie de parámetros biológicos se mantengan en límites normales», precisaron los expertos. Para que dicha monitorización se realice en condiciones óptimas, lo ideal es la existencia de Unidades de Ictus, áreas de los hospitales geográficamente delimitadas, donde los pacientes son atendidos por personal de enfermería adecuadamente adiestrado.

En el caso del Hospital Central de Asturias, la unidad está ubicada en la sexta planta del Hospital General, en un extremo de la planta de Neurología. Se compone de seis camas con monitorización multimodal y una estación central de control, que permite chequear en todo momento los parámetros biológicos más relevantes con el fin de detectar precozmente las complicaciones que puedan presentarse y ponerles freno antes de que acarreen consecuencias mayores. «Las actuaciones médicas y de enfermería se plasman en protocolos específicos y la atención, coordinada en general por un neurólogo, tiene una vocación multidisciplinar, aunando los esfuerzos de todos los profesionales», enfatizan los especialistas. Cirujanos vasculares, radiólogos, rehabilitadores y trabajadores sociales son algunos de los especialistas que intervienen en el cuidado de estos pacientes.

La Unidad del Ictus del HUCA hace la número 40 de España. Con su puesta en marcha, Asturias alcanza la ratio mínima que los expertos consideran deseable: una cama de unidad de ictus por cada 100.000 habitantes.