Académico de la Lengua

Oviedo, Eduardo GARCÍA

-Nueva Ortografía, y con suspense.

-Fue un trabajo complicado. Cuando se inicia una tarea no ves las trampas, recovecos y esquinas con las que te vas a encontrar. Y este proyecto no fue una excepción. Reconozco que me generó cierta angustia y tensión.

Salvador Gutiérrez Ordóñez (Bimenes, 1948), dejó anteanoche las últimas pruebas de la nueva Ortografía de la Real Academia de la Lengua (RAE) en la imprenta, tras la corrección de las últimas pruebas. Terminaba así un proyecto del que fue director y que le llevó dos años y medio de trabajo y coordinación. La nueva Ortografía fue aprobada hace días en México por los representantes de todas las academias de la lengua castellana en el mundo. Salvador Gutiérrez, discípulo en su día de Emilio Alarcos, es catedrático de Lingüística en la Universidad de León, académico de la RAE -tomó posesión en febrero de 2008- y doctor en Filología Hispánica.

-¿Temió por la aprobación del nuevo texto?

-Nunca el temor fue grande. En San Millán de la Cogolla se había aprobado ya por unanimidad el texto base. Fue muy emocionante aquel aplauso cerrado.

-Pero se generó una polémica ciudadana que no sé si les sorprendió. La gente polemiza con el Madrid y el Barcelona, pero por la Ortografía...

-La reacción popular era esperable. Los medios de comunicación se quedaron con lo más llamativo, es natural, Hay cosas, como la «i griega» que la gente tiene interiorizadas. Nosotros sugerimos cambios y provocamos una reacción. Hay que recordar, no obstante, que el cambio de nombre de las letras es una simple recomendación.

-¿Puedo seguir llamando a la «y» como «i griega» y no como «ye»?

-Sin problemas, aunque a partir de ahora la recomendación «ye» aparecerá en los libros de enseñanza. Pero no debemos olvidar que en muchos países de Hispanoamérica el uso de «ye», sobre todo entre personas de treinta y tantos años para arriba, es bastante común. La denominación «ye» es muy razonable porque la «i griega» era el nombre de una vocal; en latín era eso, una vocal. Y lo normal es que una consonante, como es ahora, tenga nombre de consonante, de la misma manera que un niño tiene nombre de niño y una niña, nombre de niña. Así de claro. Hemos tratado de encontrar denominaciones únicas y simples, sin poner «apellidos» a las letras.

-Hay personas que no entienden muy bien por qué tocar estas cosas.

-Había peticiones para unificar los nombres de las letras. La «be» y la «uve», por ejemplo. Había denominaciones en Hispanoamérica para todos los gustos: «be baja y be alta», «be grande y be pequeña», hasta «be de burro y be de vaca». No lo estoy diciendo en broma, está en algunos manuales. Es curioso que en muchos países americanos el nombre «uve» apenas está implantado. El banco BBV tiene en América unas siglas que a la gente le chocan cuando las pronuncia.

-Una especie de banco «Be-Be-Be baja».

-Pero es que en España la «uve» como denominación es de 1947, por tanto muy reciente. Lo que pasa es que en muy poco tiempo ha prendido y arraigado.

-¿Hasta qué punto hubo cambios sobre el texto base de la Ortografía que usted presentó?

-Muy pocos. Apenas algunos ajustes mínimos. Por ejemplo, con el signo de los decimales. En los países latinos estamos acostumbrados a utilizar la «coma», pero en el ámbito anglosajón se usa el «punto».

-¿Y en qué quedaron?

-Nuestra recomendación tiende hacia el punto, que parece que invade. La Ortografía va a afectar a muchos campos, y uno de ellos es el matemático. En las ecuaciones matemáticas las denominaciones que proponemos son la «equis» y la «ye».

-Hablamos muy distinto de los hispanoamericanos, pero existe la impresión de que la Ortografía no varió demasiado a lo largo del tiempo.

-Es verdad. La Ortografía es el código más común para unificar la lengua. Tenemos formas de hablar distintas, pero todos usamos una misma Ortografía. Es muy importante que no haya cismas, el principio de unidad es algo capital. Y ésta es la primera Ortografía nacida en la unidad y para la unidad del idioma español.

-¿Tan mal puntuamos como se dice?

-Bueno, es que puntuar bien implica un alto grado de madurez lingüística. La puntuación es un sistema mucho más complejo que la escritura misma. No es algo que se aprenda, salvo con la práctica. En las lenguas clásicas no había puntuación, de hecho hubo épocas en que no había ni siquiera separación de palabras. Los primeros signos de puntuación los encontramos en gramáticas escolares del mundo clásico.

-Teníamos una Ortografía oficial que databa de 1999. ¿En qué lo supera este nuevo proyecto?

-Pasamos de lo muy simple a lo muy exhaustivo. La Ortografía de 1999 daba normas, pero generaba problemas de aplicación. Esta Ortografía que acabamos de aprobar es una reflexión científica sobre un ámbito lingüístico que desde un punto de vista teórico es el gran desconocido. Pero las normas no varían sustancialmente.

-¿Es verdad que hubo que luchar contra cierto malestar de algunas academias de Hispanoamérica?

-Un malestar comprensible porque les llegó información sobre propuestas de cambio no por los cauces internos, sino por los medios de comunicación. Pero yo llegué a México con la seguridad de que el texto se iba a aprobar.

-La nueva Ortografía se presenta el día 17.

-En la RAE y en un acto presidido por los Príncipes de Asturias.

-La mejor despedida posible para el todavía director de la Academia, Víctor García de la Concha.

-Sí. Por razones de salud no pudo ir a Guadalajara ni irá a Estocolmo a acompañar a Mario Vargas Llosa en la entrega del Nobel. Pero contamos con él para la presentación de la Ortografía.

-¿Tiene candidato para sucederle?

-Me quiero mantener bastante al margen. Me da igual uno u otro candidato.

-¿Tiene «deberes» pendientes en la Academia?

-Coordino la edición de la Gramática básica, un libro de bolsillo de unas 300 páginas que queremos que salga para abril. Ya sabe, la Feria del Libro.