Oviedo, P. Á.

Preservar los efectos negativos y suprimir los placenteros para así erradicar la adicción. Ésta es la estrategia en la que se basa la vacuna anticocaína, que comenzará a ser probada a gran escala en pacientes el próximo mes de septiembre. En el ensayo, de ámbito internacional, participarán entre 30 y 40 asturianos adictos a la cocaína, según informó ayer Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y coordinador del estudio en el Principado.

El doctor Bobes precisó que los resultados obtenidos en las fases precedentes de la investigación son «bastante prometedores», pero requieren un ensayo a gran escala que confirme esos resultados. El experimento prevé la constitución de dos grupos de unos 500 pacientes cada uno, de edades comprendidas entre 18 y 55 años. A los integrantes de uno de los grupos se les administrará la vacuna; a los del otro, un placebo. El contingente asturiano será reclutado de forma voluntaria en el área sanitaria de Oviedo y tendrá como base de operaciones el centro de salud de La Corredoria.

La vacuna es de tipo inmunológico. «Se busca que el individuo genere defensas, anticuerpos, contra la cocaína», indicó el psiquiatra. La molécula de cocaína es de muy pequeño tamaño, y lo que hace la sustancia es «envolverla» y, consiguientemente, incrementar su volumen. Este aumento de tamaño le impide atravesar la barrera hematoencefálica y, por lo tanto, llegar al cerebro.

La vacuna suprime los efectos cerebrales placenteros y evita así que el individuo se «enganche» a la cocaína. En paralelo, mantiene las desagradables repercusiones de la coca sobre el resto del organismo, que suelen traducirse en taquicardias, palpitaciones, disneas, sudoraciones, inquietud...

El ensayo consistirá en administrar a los pacientes un total de cinco inyecciones: las tres primeras, cada 15 días, y las dos últimas, una vez al mes. «En la primavera de 2012 tendremos datos comparativos entre el placebo y la vacuna», explicó el doctor Bobes.