Oviedo, E. G.

¿Dónde están los límites en los medios para combatir la enfermedad? La pregunta se la hace el filósofo José Manuel De Cózar Escalante, profesor de la Universidad de La Laguna (Tenerife), que ayer recibió de manos de la presidenta de la Junta General del Principado, María Jesús Álvarez, el IX Premio Internacional instituido por la junta y la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI).

Su trabajo tiene que ver con la nanotecnología y su relación con la salud y el medio ambiente. De Cózar «mira» en su trabajo de investigación al futuro y al «proyecto de mejora de nuestra especie hasta llegar a eso que se ha dado en llamar el Homo sapiens 2.0». Un sueño, pero también la posibilidad de que se convierta en una pesadilla. «Imaginemos un futuro donde las tecnologías estén más allá de toda esperanza de ser controladas. Imaginemos una crisis ecológica que ponga en peligro lo que llamamos civilización. Todos hemos visto producciones cinematográficas donde los logros humanos son apenas un recuerdo remoto del pasado». ¿Qué ocurriría? «Nuestra especie es dura de pelar», señala el investigador.

La nanotecnología, esa ciencia que tiene algo de milagro tecnológico, abre unas posibilidades inmensas pero también crea dudas razonables: maquinización de humanos o nanorobots descontrolados, por citar dos ejemplos muy de ciencia-ficción.

Por acercarnos más a la realidad del momento, José Manuel De Cózar menciona en su informe premiado los nuevos roles doctor-paciente que las nuevas tecnologías generan. La nanomedicina va camino de convertirse en una revolución que provocará efectos demográficos a medio plazo al aumentar significativamente la esperanza de vida. «Por la esperanza que supone, pero también por los riesgos que conlleva, la nanotecnología debe ser vista desde el prisma de la bioética», argumentó la presidenta de la Junta General en la presentación del premio.

De Cózar pidió un debate sobre los riesgos de las tecnologías punta, la posible toxicidad de nuevos materiales y el control de la ciencia «que no debe ser en ningún caso una religión». Cuidado con la tecnocracia «que es antidemocrática, como lo son los fundamentalismos religiosos», dijo. En el fondo se trata de un debate «sobre la dignidad humana», que tiene lugar en un escenario global «y frente a fuerzas muy poderosas». Vamos a necesitar suerte, auguró De Cózar.