Oviedo, J. N.

La soprano Ainhoa Arteta es una estrella y el público del Auditorio de Oviedo respondió ayer a su gran brillo. El concierto que ofreció con la Orquesta «Oviedo Filarmonía» estuvo marcado por el recuerdo del maestro Odón Alonso, fallecido el pasado lunes, al que se dedicó la sesión, ya que tantas veces había acudido a Asturias al frente de agrupaciones musicales. El programa, pleno de compositores españoles, también enlazó con los criterios de Alonso, infatigable propagandista de nuestra música.

El concierto arrancó con la interpretación de «Diez melodías vascas», de Guridi, en el quincuagésimo aniversario del fallecimiento del compositor vasco. Muy buena interpretación de una obra sinfónica muy conocida.

Siguió con el arreglo para orquesta de una selección de «Tonadillas», de Granados, con Arteta que exhibió su dominio del lied español. Destacó sobre todo en «El majo discreto», la última de la serie, cosechando una gran ovación.

En la segunda parte, «Oviedo Filarmonía», siempre con el maestro Lorenzo Ramos al frente, interpretó las «Danzas sinfónicas», del compositor avilesino Julián Orbón, a los veinte años de su muerte. Una obra de extrema dificultad y que requirió de ensayos supletorios. Lograron una excelente versión, muy aplaudida por el público.

La sesión terminó con «Canciones clásicas españolas», de Obradors, orquestada por Guinovart. Un estreno mundial. Ainhoa Arteta cautivó definitivamente al público con unas piezas de carácter neoclásico y gran fuerza expresiva. La soprano mostró sus excelentes cualidades vocales, la riqueza de su timbre, una voz de amplio volumen y un fraseo cuidadísimo. Dos bises: repitió las «Coplas de Curro Dulce», de Obradors y «El majo discreto», de Granados. Y se despidió lanzando besos a un público entregado.