Oviedo, Javier NEIRA

La Orquesta National du Capitole de Toulouse, dirigida por Tugan Sokhiev, ofreció en la tarde noche de ayer, en Oviedo, un agradecido programa con obras de Glinka, Prokofiev y Chaikovski dentro del ciclo de Conciertos del Auditorio, con el concurso de la violinista Genevieve Laurenceau.

Buena entrada, como entremés la «Obertura de Ruslan y Ludmila», de Glinka, y después, el poderoso «Concierto para violín y orquesta número 2», de Prokofiev, que fue estrenado el 1 de diciembre de 1935 en Madrid por el violinista francés Robert Soëtans y la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Enrique Fernández Arbós. Genevieve Laurenceau, con su Stradivarius de 1682, respondió a las buenas referencias que tenían de ella los aficionados, dentro de las complejidades de una obra de altísimo nivel. Ante los repetidos aplausos regaló una pieza exquisitamente interpretada. La magistral mano del director, un valor con una impresionante proyección internacional, se dejó ver en todo momento a lo largo de la sesión.

En la segunda parte del concierto del Auditorio se ofreció la «Sinfonía número 5» de Chaikovski, interpretada con la viveza, solemnidad y rotundidad sonora que exige la obra. A su término, por dos veces el público, que aplaudía sin cesar, obligó a ofrecer sendas propinas, la última un pasaje de la ópera «Carmen», de Bizet, quizá para redondear una velada de hermanamiento, tan francesa por los músicos y tan española por el público.

Tugan Sokhiev, con gran elegancia y cortesía, invitó a saludar repetidamente a los primeros profesores de cada instrumento -trompa, fagot, oboe...- y después, sin subirse al podio, en señal de modestia, a todo el conjunto de Toulouse una y otra vez.