Oviedo, P. Á.

Vicente Llaneza tiene un solo brazo. Pero ése no le dolía. Le dolía, y mucho, el otro, el que no tiene; aquel que en un desdichado día de 1996 le había arrancado el rodillo de una cinta transportadora con la que trabajaba en una contrata de Arcelor. «No me tragó de milagro», recuerda.

Este vecino de Posada de Llanera, que hoy cuenta 69 años, sufría lo que los médicos denominan «dolor del miembro fantasma». Puede decirse que los médicos lo intentaron todo para liberarle de una situación que se había vuelto difícilmente tolerable. Injertos, pastillas, infiltraciones, operaciones, estancias en la UVI... «Tengo que estar muy agradecido a muchos profesionales de la sanidad pública, que hicieron lo imposible», subraya.

Vicente Llaneza accedió a internet y comenzó a ver alternativas posibles. Fue en el año 2002 cuando llegó a la consulta del doctor Fernando Seijo, quien le planteó el recurso a las técnicas de neuromodulación. El neurocirujano del Hospital Central explica que una de las posibles aplicaciones de estos procedimientos se centra en el dolor del miembro fantasma. «Es un miembro que no existe, pero que duele», indica. Tan es así que «si se coloca un estimulador en la corteza del cerebro se ve que el área cerebral correspondiente a la mano amputada se ilumina, se activa».

La intervención se llevó finalmente a cabo en 2003. «Rápidamente noté una mejoría y poco a poco fui suprimiendo pastillas», señala Vicente Llaneza. El progreso ha sido grande, aunque el éxito no ha sido total. El dolor fantasma sigue ahí, pero en unos términos mucho más asumibles. Y cambiantes: a veces se le quita más del 80 por ciento; otras, sólo el 40. «Parece que el cerebro va adaptándose a lo que te han puesto y eso contrarresta el efecto positivo», explica. Y sigue «viendo» los dedos que no tiene. Y notando -como tanta gente- los cambios de tiempo, «venga malo o bueno». Con todo, apuesta por «poner un monumento» a quienes le han devuelto las ganas de vivir.