Oviedo, E. G.

«¡Siéntete bien!» es el lema de la campaña nacional contra el malestar de los enfermos oncológicos sometidos a quimioterapia. Náuseas y vómitos son los más frecuentes efectos secundarios del tratamiento, pero se pueden controlar en el 80 por ciento de los casos.

Se busca dar mayor información a los pacientes, enviar un mensaje de que buena parte de esos efectos son efectivamente controlables y recordarles que no sólo es un problema de calidad de vida, sino que las náuseas asociadas a los tratamientos «pueden dar lugar a serios trastornos metabólicos y a deterioros mentales y físicos».

La campaña fue presentada ayer en Asturias por la doctora Yolanda Fernández, del servicio de oncología del HUCA, y por la enfermera oncológica de dicho hospital Carmen Vena. Entre las dos suman más de medio siglo de trabajo diario alrededor de enfermos de cáncer.

Náuseas y vómitos afectan más a mujeres que a hombres. «No se saben muy bien las causas, quizá hormonales, pero la diferencia es significativa» explica Yolanda Fernández. El paciente más vulnerable a estos efectos secundarios tras el tratamiento de quimioterapia sería la mujer joven que, además, tenga antecedentes de facilidad de mareo. «Ese perfil se ve afectado incluso con tratamientos de no muy alto potencial», añadió. Se calcula que las náuseas -que son sensaciones subjetivas- y los vómitos afectan a no menos del 50 por ciento de las pacientes que reciben quimioterapia. Muchas acaban odiando esos efectos secundarios tanto como la enfermedad misma.

La campaña nacional está promovida por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Federación Española de Cáncer de Mama (Fecma), con la colaboración de la multinacional de farmacia MSD.

«Muchos de los cánceres se curan, cada día más. Ahora también hay que curar al mejor "precio" en cuanto a efectos secundarios», dijo ayer la oncóloga Fernández. «Hay que desmitificar las náuseas y los vómitos, y que los pacientes sepan que son controlables». Lo son con tratamiento antiemético, pero también con un montón de pequeños consejos cotidianos: comer y beber despacio, comer más a menudo pero en pequeñas cantidades o permanecer lo más posible cerca de ventanas y puertas, donde corra el aire.

La enfermera oncológica Carmen Vena apunta a la importancia que tiene la información en el primer contacto con los pacientes. Si se controlan los efectos desde el primer día, ese control se hace más fácil en lo sucesivo». Y en todo caso, con los síntomas se pasa mal pero se puede. «Yo les digo a mis pacientes que es una sensación parecida a la de la resaca. Quienes han bebido, me entienden», dice Yolanda Fernández.