«La enfermedad no es más que la manifestación física de un malestar, de un trastorno debido a una condición mental que altera el equilibrio del cuerpo», aseguraba Edward Bach, médico, homeópata e investigador inglés nacido a finales del siglo XIX y descubridor de las flores de Bach, compuestos a base de una serie de flores que se preparan de dos formas diferentes, según el tipo de flor, y que sirven para tratar distintos estados emocionales y mentales.

El doctor Bach consideraba que las enfermedades físicas tienen su origen en problemas emocionales; por ello, creía que si éstos persisten durante mucho tiempo terminan desencadenando en enfermedades del cuerpo. Así, el camino para curar estas dolencias físicas pasa por restaurar el equilibrio emocional. Y es aquí donde entran en escena las flores de Bach, «un sistema terapéutico de 38 flores que nos van a ayudar a balancear nuestras emociones, reemplazando las negativas por positivas, lo cual tendrá un efecto saludable», señala el doctor Luis Ignacio Bachiller Rodríguez.

Esta terapia natural, que no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios, «no trata directamente la enfermedad ni cambia a la persona, pero sí va a modificar de alguna manera la forma de reaccionar del individuo ante sus problemas y emociones, a vivirlos de una forma natural, encontrando soluciones más fácilmente a esos conflictos o haciendo que no le afecten en otros aspectos», apunta el especialista en medicina homeopática y fitoterapia.

Dichos remedios, indicados para tratar los problemas de la esfera psicoafectiva, se toman en gotas, bien directamente o con agua. Pero también existen sprays bucales y cremas. De uno u otro modo, «su empleo no implica la exclusión de cualquier otro tratamiento; es más, se suelen utilizar combinadas tanto con medicamentos como con productos fitoterápicos y remedios homeopáticos», manifiesta el doctor Bachiller. Para este especialista, el éxito de esta terapia, que califica de sencilla y eficaz, radica en ayudar a controlar las emociones: miedo, soledad, frustración, desesperación, obsesión... alteraciones del ánimo que preocuparon a Edward Bach y que le llevaron a analizar no sólo las enfermedades de sus pacientes, sino sus personalidades. Así comenzó a probar con ellos los remedios que él mismo preparaba basados en flores que recogía en Gales y de acuerdo a cada tipo de personalidad en vez de a los síntomas. Una nueva medicina iniciaba su andadura.