Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

¿Cuáles son las claves genéticas del alzheimer? ¿Cuántas posibilidades tiene un individuo de sufrir esta enfermedad neurodegenerativa? Estas preguntas estaban insuficientemente respondidas hasta ahora, pero un artículo que acaba de ser publicado -con la colaboración de especialistas asturianos- en la revista «Nature Genetics» completa las respuestas «en un 95 por ciento», a juicio de Eliecer Coto, genetista del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), quien junto a su colega María Victoria Álvarez ha aportado al estudio los datos de un total de 500 pacientes asturianos.

¿Conclusiones? Las principales, que el sistema inmunológico y la capacidad de las neuronas para asimilar las grasas resultan clave en el desarrollo de la enfermedad de alzheimer. En esos dos factores se centran los marcadores que más fiablemente permiten predecir el riesgo de padecer esta patología.

La gran ventaja de los estudios genéticos radica en que sus resultados no se quedan en simple conocimiento, sino que constituyen un eslabón decisivo en la búsqueda de terapias eficaces. Es bien conocido que los fármacos para el alzheimer actualmente disponibles tienen una efectividad muy limitada. Como mucho se les atribuye una cierta capacidad -más bien mínima- paliativa, de ralentización del avance de la enfermedad.

«Podemos decir que con este estudio prácticamente se cierra el capítulo del estudio de los genes y se abre el capítulo de su aplicación para obtener dianas farmacológicas», explica Eliecer Coto, quien agrega que «la localización de todos los genes implicados es lo que podría permitir el desarrollo de tratamientos con carácter preventivo». Eso sí, con una limitación: teniendo en cuenta la prolongada evolución del alzheimer, el desafío consistiría en administrar esas terapias preventivas 20 o 30 años antes de que la enfermedad se manifieste, lo que supone que sólo después de un período similar será posible obtener conclusiones significativas.

El genetista subraya que el presente estudio constituye «un barrido casi total del genoma humano» en lo que concierne a los genes implicados en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Otra característica definitoria del análisis es su enorme envergadura: en él han participado unas 20.000 personas, entre enfermos y sanos, lo que lo convierte «en el mayor estudio realizado hasta la fecha». Un tercer factor que convierte al estudio en altamente interesante es que abarca individuos de Europa, Estados Unidos y Asia, una variedad que convierte en universales los resultados obtenidos. Todo ello hace que las conclusiones de este trabajo «vayan a misa», indica Eliecer Coto con expresión castiza.

«Hemos detectado un total de 25 marcadores genéticos», añade el especialista. Algunos de ellos tienen un papel escasamente determinante, lo que hace necesario recurrir a un volumen de enfermos muy elevado si se desea alcanzar conclusiones generales mínimamente fiables. La profundidad del análisis añade una ventaja adicional: «Permite determinar las particularidades genéticas de cada paciente y, por consiguiente, predecir la respuesta a los tratamientos».