Oviedo, Javier NEIRA

El maestro Rumon Gamba temía interpretar música británica, ya de por sí compleja, al frente de un conjunto español, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Todo un reto. Ayer, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, demostraron entre unos y otros que, riesgos aparte, con esos mimbres se puede obtener un excelente resultado y encima abordando obras de dos compositores tan distintos como Purcell y Britten. Por si el desafío no era suficiente, el endemoniado concierto para piano número 2 de Prokofiev que el solista ruso Alexander Melnikov bordó.

La sesión se abrió con dos obras de Henry Purcell «Abdelazar: rondó» y «Chacona» en versiones serenas y solemnes. Después, Sergei Prokofiev y su concierto. Melnikov, al piano, firmó una versión abisal y, dentro de sus tremendas dificultades, plenamente inteligible. La cadencia del primer tiempo desbordó todo lo imaginable; las 1.500 semicorcheas del segundo forzaron un ritmo frenético y, tras cierta calma, el final, allegro tempestoso, fue un constante vuela manos. Como propina, el pasaje número 10 de «Visiones fugitivas», del propio Prokofiev. Tras el descanso, Benjamin Britten y vuelta a la música británica. Sus cuatro interludios de la ópera «Peter Grimes», sutiles, descriptivos y brillantes y «Guía de orquesta para jóvenes» que fue más allá de la pedagogía y al reaparecer Purcell en el tema de entrada, cerró el concierto de forma doblemente circular. El público reconoció el trabajo con muchos aplausos.