El director británico Rumon Gamba fue el siguiente nombre en la lista de candidatos a la dirección titular de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Para los últimos conciertos de la Sinfónica en Gijón y Oviedo, Gamba se decantó por un programa de origen ingles y ruso que requirió el máximo nivel desde cada una de las secciones instrumentales de la orquesta. La calidad musical de los maestros que integran la OSPA quedó de manifiesto en un gran ejercicio sinfónico lleno de vitalidad. Al éxito de la velada hay que sumar, al mismo nivel, un espléndido solista, Alexander Melnikov, que reunió potencia mecánica y expresividad, fundamentales en el segundo concierto de Prokofiev para piano.

La cuerda de la OSPA hizo frente, en primer lugar, al rondó incluido en la ópera «Abdelazar» de Purcell, así como a la «Chacona en sol menor» del mismo compositor. Gamba llevó con fluidez y buenas dinámicas a las cuerdas -sin clave-, si bien se advirtió cierta inseguridad en su encuentro, en lo que influyó quizá la forma de dirigir Gamba este repertorio barroco. No obstante, después de escuchar a Prokofiev y Britten, el comienzo del concierto con Purcell quedó en segundo plano, a pesar del sentido cíclico que se quiso dar al programa, con «Guía de orquesta para jóvenes» de Britten cerrando el concierto, obra que toma el tema del rondó de Purcell como punto de partida.

Gamba exhibió un estilo directivo muy expresivo, exagerado en sus gestos. Sin embargo, aparte de la «puesta en escena», hay que valorar la solidez y el dinamismo de sus versiones. Lecturas además masticadas de obras como el concierto de Prokofiev, una pieza compleja y excéntrica, con una orquesta y solista perfectamente ensamblados. Como el primer «Andantino», con una espectacular cadencia de Melnikov en el ecuador del movimiento, el acelerado «Scherzo», o el apoteósico «Finale», con el piano de Melnikov en su faceta más lírica, paralelo a esa fuerza mecánica tan sólo sostenida gracias a una técnica impecable.

En la segunda parte, la música de Britten fue la protagonista, con unos «Interludios marinos, Op. 33a», extraídos de la ópera «Peter Grimes», de belleza descriptible en una OSPA muy ajustada y versátil. Para terminar con una interpretación perfeccionista de «Guía de orquesta para jóvenes», una obra con intención pedagógica que avanza por secciones instrumentales, en la que el mínimo detalle es perceptible.